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FÚTBOL PRIMERA JORNADA DE LIGA

La fortuna salva a un Madrid caótico

Una acción postrera de Roberto Carlos empata un partido que mereció ganar el Deportivo

Xosé Hermida

El Madrid de las estrellas, el Madrid estratosférico y galáctico, no pasa por ahora de ser un conjunto pobre y confuso, una presa fácil para cualquier rival un poco avezado. Los de Fabio Capello salieron indemnes de La Coruña por una fulgurante acción de última hora de Roberto Carlos y un billete premiado en la lotería de los rebotes. Lo demás bordeó el desastre.El Deportivo, con mucho camino aún por delante para soldar su buena colección de futbolistas, gobernó el encuentro a su antojo, pero le faltó destreza en el área para resolver una noche que estaba llamada a proporcionarle un triunfo sin discusión. Aunque el resultado alivió el calvario del Real Madrid, la imagen del equipo es para que se echen a temblar los que han tirado del talonario con tanta largueza.

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Ni con balón ni sin balón: el Madrid se presentó en la Liga con un aspecto desastroso en todos los principales detalles del juego. Por no poder ni siquiera pudo agarrarse a la presión, esa especie de madre de todas las cualidades futbolísticas, según el particular manual italiano que se ha instalado en el conjunto blanco. Con un entrenador obsesionado por el trabajo colectivo, el Madrid sólo fue capaz de levantar la cabeza cuando alguna individualidad se decidió a entrar en juego. Es decir, Mijatovic, Raúl o Suker, tipos que jugarían bien al fútbol hasta con la abuela de Capello en el banquillo.

El experimento Sanchis

El experimento de Sanchis en el eje del centro del campo resultó un fiasco gigantesco. El constante recurso a las faltas del capitán madridista y sus compañeros de línea no fue más que la constatación de la impotencia madridista en la primera parte. Alguien del conjunto madridista debería haber puesto una vela a la FIFA en agradecimiento a la ausencia de Mauro Silva, a quien Toshack, razonablemente, decidió no colocar en un situación comprometida, a pesar de que los socios habían votado a favor de desafiar la prohibición de ser alineado decretada por la camarilla de Havelange.El Deportivo, irreconocible en la alineación, fue, paradójicamente, más reconocible que nunca en su estilo. Cambiaron los nombres -siete nuevos en el equipo titular de ayer- pero los blanquiazules volvieron a ser ese equipo aguerrido, vigoroso y supersónico, que prefiere replegarle en el centro del campo para lanzarse a tumba abierta tan pronto recupera el balón.

Les falta todavía a los coruñeses (en su alineación sólo aparecieron tres jugadores nacidos en España) la solidez y la cohesión que proporciona el tiempo, pero el Madrid de anoche fue tan poquita cosa que el conjunto de Toshack ni siquiera acusó esos defectos.

En Riazor se anuncia un centro del campo fantástico, probablemente el mejor de la Liga, en el que por muchos astros extranjeros que lleguen sigue brillando Fran como el gran arquitecto del juego. Eso sí, el Deportivo seguirá echando de menos a Bebeto. O mucho engaña o Madar da la impresión de ser poco más que un guerrillero cabeceador; un francés con toda la pinta de un tanque del área de la Liga inglesa. Con más calidad en el área, el Madrid de ayer estaba listo para iniciar el campeonato con una tunda de cuidado.

Un córner mal resuelto

Así y todo, a los coruñeses no les costó demasiado esfuerzo abrir el partido. En tres minutos, Madar y Rivaldo anunciaron el gol. Luego, los blanquiazules se tomaron una tregua y fue el único momento de la noche en que Mijatovic y Raúl se encontraron con la pelota en zonas peligrosas. Pero en un córner mal resuelto por los centrales madridistas -el compendio de todos los desastres-, la pelota encontró un improbable cabeceador, ante la asombrosa pasividad de Suker, en el diminuto Martins, que estaba agazapado en el segundo palo.La reanudación comenzó con noticias todavía peores para el Madrid. En cinco minutos, Milla se cargó con dos tarjetas por sendas faltas en zonas inofensivas del campo Y acabó pagando, el recital de infracciones de todos sus compañeros. Desde luego, el Madrid no estaba para heroicidades. La inferioridad numérica pareció sellar la capitulación definitiva de este Madrid de Capello. El Deportivo, con un Rivaldo cada vez más inspirado -¡qué bueno es éste zurdo brasileño!-, se recreó en su suerte. Y lo pagó claro.

Si podía aventurarse el empate era más por el recuerdo de los nombres de los futbolistas del Madrid que por las sensaciones que ofrecía el partido. Pero un momento de inspiración del incansable Roberto Carlos, que, se plantó en el área con decisión, y el infortunio de Naybet en un rebote lograron todo lo que no había merecido el Madrid. Para estar dando gracias al cielo durante una semana entera.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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