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Entrevista:

"El PSOE tendrá que hacer un poco más de activismo opositor"

Enric Company

Pasqual Maragall ha bautizado como modelo Barcelona la estrategia de unidad de la izquierda que le ha permitido mantenerse durante tanto tiempo en el sillón municipal. Una izquierda que, su opinión, debe adaptarse a que denomina "nuevo territorio social"Pregunta. ¿Qué opinión le merecen los primeros meses del Gobierno de Aznar.

Respuesta. La verdad es que no acabo de ver muy bien cómo se encarrila. Me cuesta ver a dónde va

P. También al PSOE le cuesta definir su actitud. ¿Cómo debe ser la oposición socialista?

R. El PSOE ha dado un periodo de gracia. Pero creo que contendrá un poco más de activismo opositor. Aunque habrá que ver como se combina la oposición con construcción de la alternativa.

P. ¿Cómo cree que hay que hacerlo?

R. El PSOE hizo tres grandes cosas en su etapa de gobierno: garantizar educación, sanidad y tensiones a la gente que no las tenía garantizadas. Ha promovido una gran mejora en la condición de la mujer. Ése ha sido el gran cambio. Lo que le toca hacer en la oposición es cambiar de lenguaje. Hablar más de calidad, de control de los servicios públicos, de las cosas que están cercanas a los ciudadanos. Una crítica eral radical, progresista.

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P. Usted ya decía eso cuando Gobierno era socialista.

R. Sí, y las grandes ciudades s ha perdido el PSOE -todas menos Barcelona, Girona, Lleida y La Coruña- por no saber explicarlo. También hay que hacer un discurso sobre la diferencia. Tan importante como las macromagnitudes de la economía es el resto a las diferencias. Los socialistas tenemos una tendencia al gran discurso de la igualdad y tenemos que acentuar más el discurso federalista

P. ¿Le ve futuro a la alianza que se basa el Gobierno?

R. Aquí el peligro es que haya una alianza entre una burocracia de Estado y unos poderes financieros que nos pongan tiesos a todos. Y lo que tenemos que defender es que hay que ser liberales, pluralistas, partidarios de la competencia, antimonopolistas, antfundamentalistas, antiintolerantes. No abandonar el europeísmo. Más Europa, más identidad, más regiones, más ciudades.

P. Usted propugna un centro izquierda en Cataluña, pero justo ahora el PSOE se acerca a Izquierda Unida después de años de pacto con CiU.

R. Sí. Lo ha provocado el cambio de alianzas de los nacionalistas. Ha abierto un espacio enorme. Lo ha visto incluso la extrema izquierda. Y en Cataluña ha hecho más viable la articulación de un centro izquierda por el matrimonio de CiU con la derecha.

P. El acercamiento del PSOE a IU es contrario a la política que practicó Felipe González desde el Gobierno.

R. Pero es también el modelo Barcelona. Aquí llevamos muchos años gobernando así. Estuve hablando el jueves con Nicolás Sartorius y él veía factible extender ese modelo. Vi que el lenguaje es el mismo. Igualmente flexible. Ancho. Y coincidimos en que lo que hay que hacer es definir más los programas.

P. ¿A qué se refiere cuando dice que en Cataluña gobernará el año 2000 un partido reformista que agrupe a la izquierda y el centro? ¿A un nuevo partido? ¿A una fusión de partidos? ¿A una coalición?

R. Cuando hay una globalización de la economía y se habla de unión política europea, los partidos que tenemos ahora se nos quedan pequeños. Vamos a un modelo en el que habrá unos partidos muy especializados, como el partido contra el tabaco, o contra la guerra, y partidos de amplias fronteras ideológicas, que englobarán a los que ahora tenemos, cada uno expresando su matiz. Al estilo del Partido Demócrata norteamericano y de algunos que se están formando en Europa, en Gran Bretaña. No serán como los partidos latinos, mediterráneos , basados en la identidad ideológica. Serán una gran marca. El partido del cambio, la transformación, el progreso, el liberalismo en el sentido etimológico, confrontado al partido de la conservación.

P. ¿Así podría abarcar a la izquierda y al centro?

R. En ese partido debe haber tanto empresarios como obreros. No creo que baste con un partido de los trabajadores. Es una aportación fundamental de la izquierda a este partido, pero no suficiente. Porque no basta para resolver los problemas, como el del empleo, por ejemplo. Si la mitad de los empleos que se crean son de autoocupación, es obvio que los esquemas surgidos de la dicotomía empresario-trabajador, no nos bastan. Esto nos impone un cambio dé mentalidad. No es por astucia que la izquierda cambie de táctica. Es que cambia el territorio social.

P. ¿En Cataluña basta eso para levantar una alternativa a Jordi Pujol?

R. Es que de eso no hay que hablar. Al menos, no en esos términos. La gente no nos votará porque seamos la alternativa a Pujol, sino porque seamos la alternativa del siglo XXI. Lo que hay que presentar son propuestas para el siglo XXI. Hay que hablar de seguridad en la calle, de calidad de los servicios públicos, de justicia local, de la limpieza de las ciudades, de los espacios naturales...

P. Pero todo eso acaba concretándose en opciones electorales en una forma u otra.

R. Ahora está cambiando todo. Pepe Álvarez, secretario general de UGT-Cataluña, ha pedido la discusión de un gran acuerdo internacional entre los países que producen a bajo precio y los que compramos sus exportaciones, porque ésa es la escala real de la economía. Y le ha dicho al consejero Farreras que se ha equivocado con su propuesta de salario variable según los beneficios. Que, si no hay trabajadores en los consejos de administración, las empresas no serán creíbles cuando digan que hay que equiparar salarios y productividad. Eso es lo que tenemos que discutir, aterrizar en estos asuntos en vez de hablar de este partido o el otro.

P. ¿Piensa en una candidatura unida de la izquierda?

R. No es lo que está sobre la mesa en este momento. No lo sabemos. Ni es lo más importante. En última instancia, lo que nos unirá o dividirá serán los asuntos. Necesitamos más tener un conjunto de estrategias para afrontar los problemas que una propuesta de partido muy cerrada.

P. Lleva años predicando e intentando penetrar en el espacio político del centro, pero éste parece inamovible

R. ¿Hay o no empresarios que voten a Clinton? ¿O a Prodi en Italia? Sí. Pues eso es lo que hay que conseguir.

P. Pero en Italia ha sido tras la ruptura del sistema de partidos.

R. No es necesario que aquí se produzca. Y no nos conviene. Piense que las grandes alternancias democráticas que ha habido en España, las de 1933, 1936 y 1982, han ido acompañadas de cerca o de lejos de golpes de Estado, salvo la última, la del 3-M. Ya es hora de que se consolide la vía de las grandes alternancias sin conmociones.

P. ¿Cree que ese riesgo existe ahora?

R. No. Y es bueno que así sea. Esperemos que la derecha no tenga ahora el reflejo de destruir al PSOE y a Felipe González, que eso es lo que hay en cierta tradición política.

P. ¿Qué le han parecido los Juegos Olímpicos de Atlanta y su organización?

R. Han sido los más grandes. Más países, más entradas, más atletas. Más de todo. Pero no han sabido resolver la relación con la ciudad, la calidad. En Barcelona hubo un sistema semipúblico dirigido por el nivel más próximo a la ciudad, y fue un éxito. El modelo privado no ha resuelto esta faceta. Además, en Atlanta ha habido déficit. La consecuencia es que The New York Times publicaba hace poco un artículo titulado El capitalismo no gana ninguna medalla.

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