"Me siento más madrileño que otra cosa"
Son edificios tediosos. Modernos con remordimiento, parecen una infinita parada de siameses. Primero, Félix Bayón con su relato; ahora, Mario Camus, cámara en mano, ha explotado cuanto de realismo sucio americano puede tener Madrid. Mario Camus (Santander, 1935) vuelve a empadronarse en su tierra natal, tras pasar en Madrid más de media vida. Ha recorrido el mapa de la ciudad, de Chamartín a Legazpi, dejando pocos barrios sin colocar su nombre en algún buzón. Premio Nacional de Cinematografía en 1985, el cineasta español que mejor se entiende con los escritores a los que lleva al cine, ha rodado más de 20 películas en treinta y tantos años de oficio. Ahora, ha unido a Ana Duato y a Antonio Valero para protagonizar Adosados. Sobra contar que Camus pasará a la historia del cine español adosado a dos películas: La colmena y, por descontado, Los santos inocentes.
Pregunta. ¿Le gustan los adosados?
Respuesta. Imagino que los hay estupendos, nunca he vivido en uno de ellos. Pero si me dan a elegir seguramente mi opción sería otra. Yo no puedo vivir fuera de la ciudad porque no tengo coche ni dinero para un auto permanentemente alquilado.
P. ¿Es Madrid una ciudad cómoda para rodar?
R. Depende. Si quieres rodar una película del siglo XIX, resulta durísimo. Hay que despejar las calles y suelen protestar mucho los vecinos. Para una historia moderna, esta ciudad es estupenda.
P. ¿Su mejor rodaje aquí?
R. En el 75, Los pájaros de Baden-Baden, precisamente un mes de agosto. No es que hubiera pocos coches, es que no había ni uno. A las cuatro de la tarde sólo se veían puestos de melones. Aquel Madrid vacío resultaba muy poético.
P. ¿Qué Madrid describe en Adosados?
R. Quizá la parte más deshumanizada, la de quienes vienen al centro a trabajar y regresan a dormir. El Madrid de la plaza de la Cebada no tiene nada que ver con ese otro ligado al centro comercial, a los garajes y, naturalmente, al coche.
P. Usted ha pasado en Madrid, que se sepa, al menos 43 años.
R. He sido y soy un gran admirador de la ciudad. Me siento mucho más madrileño que otra cosa.
P.Y, ¿por qué ha vuelto al mar?
R. Porque siempre hay que volver a casa. Madrid, en un aspecto casi metafísico, me ha tratado muy bien. Pero uno se va haciendo mayor, y las ciudades le agobian. Un síntoma inequívoco del encanto que está perdiendo esta ciudad es la sensación de ver cómo se estrechan sus aceras
Adosados. En cartel desde el 9 de agosto.
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