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Tribuna
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El hastío

Soy de los que les gusta el fútbol como a un imbécil, pero renuncio a que nos tomen por imbéciles los del fútbol. En un país donde se dispusiera de cincuenta canales, retransmitir cinco partidos de fútbol semanales, como se planea -tres diarios ahora-, podría ser una presión soslayable. Pero contar con media docena de canales ya plagados de miseria y sembrar encima encuentros sin cesar es enmerdar el año y el verano. Se puede no conectar el aparato, pero todavía en las casas de familias numerosas no hay media docena de televisores, y siempre hay, sin embargo, un imbécil propenso a embrutecerse más. Como los directivos ahora en gran trifulca.Mucho fútbol de más es más fútbol degradado y acaba hastiando. Ya sufrimos este sentimiento la temporada pasada con la murga de retransmisiones sin cesar. Ahora, entre la competencia de los pluses y los menos, la presión tiende a ahogarnos, y un espectador necesita tanto oxígeno como un jugador o más. Ofuscar las pantallas de partidos incesantes es cerramos las ventanas a otras visiones, a otras excursiones, a otras conversaciones. Ni siquiera, con esto, es posible saborear una tertulia sobre el último encuentro. Enseguida viene otro y otro más.

Como a las ocas, nos inducen a engullir para acabar sacándonos el hígado y, al cabo, el tiempo y las pesetas. Pero nos roban, además, la opción de gozar lo que en otra proporción sería sabroso. Fútbol y más fútbol es sólo un menú de rancho que apesta sólo a dinero. Se equivocan los directivos, la FORTA, la Liga Profesional, los jefes de antena y todos los que son con su codicia extrema. Un aficionado, por imbécil que parezca a algunos, no llegará a igualar la imbecilidad que se le supone. Pronto se verá con nitidez quiénes son efectivamente los más tontos. A los hinchas también se nos hinchan las narices.

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