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Tribuna:HOGUERAS DE AGOSTO
Tribuna
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Como la vida mísma

Alternando con la Veuve Clicquot, 'Margalida' Retuerto y refrescos La Casera

-Aquí me llaman Na Margalida, dijo.Era demasiado, por mucho que estemos hechos a todo, y más después de conocer el miserable plan de choque de Sanidad, que rascará el bolsillo de los enfermos, de veinte duros en veinte duros, para que sepan que cada cosa cuesta su dinerito como si no tuvieran bastante con perder la salud. Hechos a todo estamos, mientras él mira sólo hacia el futuro, no sé por qué no nos lo cuenta.

Demasiado era que Margarita Retuerto, Buades, ex Defensora del Pueblo Adjunta, ex Defensora del Pueblo en funciones, y actual miembro del Consejo del Poder Judicial, se me apare ciera vestida con un ceñido y escotado modelo de Loewe, que ponía muy en su sitio el poderío judicial frontal, y un chal fucsia que para sí lo querría monseñor, Carles para cuando vaya a de clarar a Nápoles, instructiva ciudad en donde algún que otro chulo con moto tendría algo que proponer sobre la forma de financiar el Vaticano. Decía que, al principio, creí que se trataba de una alucinación, por que, para, entonces, ya estaba totalmente abrazada a la Botella, y la pongo con mayúscula no porque tenga nada que ver con el presidente Tres Verbos -"Deseo, espero y confío" , sino porque, si alguien hubo alguna vez en la historia mundial del arte de la uva que mereciera trato devoto, fue la Veuve Clicquot, gran mujer que nos legó su encanto en forma de, insisto, Botella.

Fue que, el miércoles por la noche, más contenta que un chinche en la mili, me dirigí a una fiesta que prometía champaña francés por un tubo, exquisitas viandas y gentes de la alta sociedad. Me había puesto muy refina, con un collar de Armani que me regaló una amiga con delirio de grandezas, y que me resultó sumamente útil para ocultar el impacto del deslizamiento de champagne por mi garganta. Allí estábamos todos, sacando la sed de pena y deshojando langostas, cuando alguien me avisó de que en una mesa nos honraba con su presencia Tarek Leghari, primo hermano del presidente de Pakistán: medio atragantándome, me levanté, y vean que mi diligencia fue recompensada porque, sentada cerca, hallábase la propia, doña Margarita:

-Aquí me llaman Na Margalida. Y nada de Retuerto, sino Buades, y nada más. que Buades.

Hace bien en preferir el apellido materno, esta dicharachera hija de Valldemosa: los Buanes -uno de los diez o doce apellidos de la alta payesía mallorquina- se forraron vendiendo, coyunturalmente, metralletas al bando nacional durante la guerra civil, y, más permanentemente, grifos -todos los modelos dé grifo, incluidos de oro macizo- en los mercados local, nacional e internacional, con tal éxito que la casa alemana Teka les compró el negocio hace dos o tres años.

Tarek Leghari no dijo nada, pero sonrió sin parar y parece que lo entendía todo, porque habla castellano. Me cayó resimpático, con su bigote oriental, y no me atreví a preguntarle por su compatriota Isram Khan, campeón de cincket y de los derechos humanos, que seguramente será candidato en las próximas elecciones paquistaníes, y tan atractivo que, cada vez que le veo en la CNN, pienso que, por error, le he dado a la TNT (porque más que de noticias, me parece de película).

Uno de los aspectos interesantes de los festejos que se celebran. estos días en los centros de veraneo es que, aparte de permitirte conocer gente, te ponen en tu sitio. Por ejemplo, la noche del miércoles -horas antes de volver al hotel, conectar la radio y enfrentarme con el horror de Biescas: alguien tendrá que pagar por permitir instalar un camping cerca de dos barrancos-, los periodistas estábamos en un tris de creemos de la familia de los Buades o, al menos, de la Veuve, sobre todo servidora, que se apellida Torres, como los grandes vinateros que tienen la concesión importadora del francés caldo, y ahí termina el parecido. Era el ambiente tan elegante, las langostas se dejaban deshojar con tal soberana gracia -me desea, me espera, me confía- y el champana brotaba con tal naturalidad de la manga de los camareros., que nos creíamos otra cosa.

Hasta que alguien nos recordó que hoy, viernes, estamos invitados a la fiesta de La Casera. Como la vida mísma.

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