La libertad con zapatos.
Alexis García, jugador colombiano, declaró que el mejor técnico de su carrera le aportó "el dejarme ser". No es poco. Osvaldo Pugliese, hablando de música, decía que el solista tiene que encajar en la orquesta y le ponía imagen a la idea: "Es como meter el pie dentro del zapato". Eso es, el pie dentro del zapato pero caminando con cierta libertad. La escuela primaria es el respeto a la espontaneidad y la ejercitación de la habilidad. Yugoslavia siempre tuvo equipos de gran riqueza competitiva en donde el talento y la técnica no aceptaban ser rehenes del orden. En estos Juegos, Croacia (balonmano y waterpolo) y Yugoslavia (baloncesto y voleibol), siguen dándole la razón a la historia con la vieja fórmula de no venderle el alma de la libertad al diablo de la disciplina. Se enfrentan entre ellos con gestos visibles en largas escenas que lejos de romper el equipo, parecen ayudarlos a encontrar la justa agresividad y a no perder la propia personalida. Cuando terminan de pelearse, se ponen de acuerdo y entonces sí, que se cuide el enemigo. Quien está acostumbrado a pensar no suele ser dócil pero terminará resultando apto tácticamente. Y cuando el partido pida algo extraordinario, sabrá responder al mandato de la intuición, sin mirar al banco con los ojos vacios para que el entrenador le preste un trozo de cerebro.
Garrincha, el subversivo.
Hace tiempo que entendí que en el fútbol actual un jugador como Garrincha no tendría permiso para expresar toda su irresponsabilidad creativa porque sus gustos infantiles darían miedo (curioso). En el Mundial del 58, Feola, el entrenador de Brasil, confiaba más en los blancos que en los negros. Viendo un partido por televisión el entrenador quedó asombrado por la habilidad del sueco Hamrim y comentó: "Va a ser muy difícil pararlo, parece suramericano". Nilton Santos, ofendido, le dijo que "Pelé y Garrincha hacen esa porquería mejor que ese gringo y usted les llama individualistas e indisciplinados". Feola accedió a darle la titularidad a los dos jóvenes morenos. Cuando sus compañeros le fueron a dar la noticia, Garrincha estaba en su habitación bailando con un perchero al ritmo de samba. Ya campeones, sus compañeros lo abrazaban llorando, pero Garrincha no encontraba la razón: "¿Qué clase de campeonato es éste que no tiene segunda vuelta?", preguntaba. En realidad se estaba divirtiendo y lo tenía tan claro como un niño: divertirse es mejor que ganar. ¿No seremos nosotros los equivocados?
La sensatez es perdedora.
Nadie está libre de las presiones utilitaristas. Con el negocio no se juega, con el público no se juega, con la historia no se juega. Con el fútbol, definitivamente, no se juega. Abuso de este discurso para reparar en la eliminación de Brasil. Su entrenador, Mario Zagalo, dirigió la selección campeona del mundo en México 70. Zagalo fue campeón del mundo como jugador y como entrenador, no una sino varias veces. Con esto quiero decir que la gloria no le debe nada. Ahora, dirigiendo a la selección olímpica declara que "el fútbol cambió" y yo, en lo esencial, no estoy de acuerdo. Cuando Brasil perdió su primer partido contra Japón la culpa la tuvo la alegría así que cambió a un mediocampista mixto (de ida y vuelta) por uno defensivo. Desde entonces la selección ganó todos los partidos pero como seguía recibiendo goles y a la nueva versión de Zagalo no le gusta jugar con fuego, quitó un mediocampista ofensivo: Rivaldo (sólo de ida) y volvió Amaral (aquél de ida pero sobre todo de vuelta). Contra Nigeria el equipo empezó perdiendo la pelota, siguió perdiendo su estilo y terminó perdiendo el partido. ¿Que el fútbol cambió? Yo creo que cambió Zagalo.
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