Filigranas en el viento
Los mejores 'pilotos' de cometas muestran sus habilidades en el Parque de las Naciones
El cielo del madrileño parque de Juan Carlos I, junto al Campo de las Naciones, se tiñó ayer de colores refulgentes, de telas en forma de rombo, arcos o molinillo que planeaban, viraban y se retorcían ante los hábiles designios de sus conductores. Se celebraba en la explanada el I Festival de Vuelo de Cometas, y un buen puñado de curiosos se acercó al parque a apreciar un arte que ya fascinaba a las distintas civilizaciones hace más de 3.000 años. En la era de los jumbos y los reactores, hasta la expresión más elemental de vuelo sigue embelesando al hombre."Estar al aire libre, sentir el viento en la cara y volar. He ahí el encanto". Lo explica Domingo León, que, a sus 40 años, sigue gozando como un chiquillo cada vez que lanza su volantín al aire. "Con los años se pierde un poco la magia de cuando eres un crío", confiesa, "pero se te acrecienta la sensación de paz y libertad". León preside el Club Comevientos, una de las escasas entidades que se dedica en España al mundo de las cometas. "Vamos creando afición, poco a poco", advierte. "Es un objeto a la vez sencillo y versátil. Puedes empezar a manejarlo en sólo media hora, pero luego sigues aprendiendo toda! la vida".
A Esteban González, de 24 años, también le entró el gusanillo a muy temprana edad, y aún no se le ha pasado. No sólo eso: acaba de montar junto a su hermano, Pedro, una fábrica de estos artilugios, el Taller del Aire. "Las cometas no manchan, no ocupan espacio, son baratas y te las puedes llevar de vacaciones. No conozco a nadie que las haya probado y no repita", enumera Esteban, con indisimulado entusiasmo.
Estos y otros cometeros se encargaron ayer de poner en circulación, en una sesión ciertamente instructiva para neófitos, una nutrida colección de estos ingenios de nailon y fibra de carbono: cometas estáticas (algunas, verdaderas "esculturas voladoras"), dinámicas (controladas con dos o cuatro hilos, lo que permite trazar en el cielo toda suerte de filigranas) y de tracción, aquéllas en las que el piloto aprovecha el propio arrastre de la cometa para realizar saltos y deslizamientos. Y entre los conductores de cometas, un chaval de 11 años, menudo y despabilado como un rayo, que dejó atónitos a los espectadores con su pericia. "Es un fenómeno, Alberto; le queremos casi como a un hermano pequeño", sonreía Pedro González.
Madrid no tiene buenos vientos para las cometas. Sólo algunos rincones, como el Valle de los Caídos o el Cerro de los Angeles favorecen el vuelo, según los expertos. Pese al deleite de los aficionados, Madrid no es el marco más propicio para volar estos ingenios. Unas 4.000 pesetas son suficientes para comprarse "algo apañadito".
Club Comevientos (Lírica, 5, Getafe; teléfono 778 00 26). Taller del Aire (paseo de la Infanta Isabel, 21; teléfono 5516108). La Tienda de las Cometas (Virtudes, 20; teléfono 447 89 16). Exhibiciones de cometas, todos los primeros domingos de mes. Parque Juan Carlos I (autobús 120).
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