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Tribuna:JUEGOS OLÍMPICOS
Tribuna
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EL CUADERNO DE VALDANO

Jorge Valdano

Volvió una noche, no la esperaba... Yo la vi. Eran como las tres de la mañana y de pronto ocurrió. Sentí un frío en la espalda y en medio de un ataque de nostalgia dije lánguidamente: "La pared". Alguien a mi lado gritó: "Gol", pero yo, traspuesto, repetí: "La pared". No era para menos después de tanto tiempo. La propuso Kanu (20 años), el nigeriano que la temporada pasada jugó en el Ajax y la próxima en el Inter; llevaba la pelota con su zancada interminable y se le ocurrió una solución vieja y simple como el fútbol mismo, pero desde hace tiempo en inconcebible desuso: acercarse a un compañero, entregarle el balón y buscar la devolución. Como Kanu estaba dentro del área y una buena pared no tiene defensa reglamentaria, se encontró solo delante del portero y metió un golazo. Me trajo un aire de infancia la jugada, de cuando nos ayudábamos con las aceras, los muros; en fin, con las paredes, para eliminar a un rival en la esquina de casa. Lo dijo el poeta: "Jugando con la pared, que es el extremo que mejor la toca". Generosa la pared, siempre la devolvía. ¿Cómo no me iba a alegrar con el reencuentro?Las sensaciones olímpicas. No importa el deporte, siempre que el hombre sufre o se alegra, nos sentimos involucrados. Vi al chino Yifu Wang ante la fácil posibilidad de ganar el oro en tiro con pistola a,, 10 metros. Llevaba una ventaja clara y en su último disparo sólo podía perder si le pegaba un tiro al techo. Apuntó mucho, muchísimo, y aunque su rostro era imperturbable, al parecer por dentro tenía un volcán haciendo de las suyas. Falló lo inexplicable para su nivel y se desvaneció de, desilusión, de tensión contenida desde quién sabe cuando, de dolor. Se lo llevaron en ambulancia porque no tenía fuerzas ni para ponerle el cuello a la medalla de plata. "Mañana será otro día", le hubiera dicho, en chino, de haberlo visto, aunque sé de sobra que no hay consuelo para el perdedor. El contraste sentimental lo encuentro en el festejo de Claudia Poll en 200 estilo libre, dejando asomar en el agua, una bandera pequeñita de Costa Rica y, en la cara, una serenidad que sospeché definitiva; para siempre feliz después de haber llegado al mejor lugar posible: el que había soñado toda su vida. Se tendría que haber quedado a vivir dentro de la piscina porque (Las memorias de Adriano), "todo momento de culminación, de perfección, contiene en sí mismo la palabra fin".

Sin intención, de ser aguafiestas.

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