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Tribuna:JUEGOS OLÍMPICOS
Tribuna
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Pese a los incrédulos

No puede haber objetividad. Al fin y al cabo nadie la tiene y en este momento menos. No había confianza. Mejor: los demás no tenían confianza. Nosostros sí. Además de confianza, entusiasmo. Y profesionalidad. Es hacer lo que tienes que hacer y ayudar en lo que puedes ayudar aunque no sea tuyo.Fueron las piedras claves de la organización: confianza, entusiasmo y profesionalidad. Nos miraban escépticos, ¿serán capaces de hacer algo bien al sur de los Pirineos? Se notaba en el ambiente de las reuniones. 28 federaciones internacionales, cordiales, pero incrédulas y exigentes. 172 comités olímpicos nacionales pidiendo lo mejor para sus atletas -es su obligación-, intentando que rizáramos el rizo de la tecnología, de la organización, de la alimentación, de la seguridad, de los servicios, etcétera. Y se rizó. Muchos llegaron altaneros y fueron cambiando la sonrisa irónica por la de complacencia y agradecimiento. De los consejos paternalistas se pasó a la colaboración, no sin discusión de los planteamientos. "Éstos lo están haciendo bien".

Y en casa con paraguas. No sólo por la lluvia de un día determinado, ¡ay!, en la memoria está la inauguración del estadio olímpico -el estadi-, sino por discrepancias a nivel político. El difícil pacto institucional a veces crujía.

En encaje de bolillos de la constitución del COOB 92, corría peligro de deshilacharse, pero se supieron poner los alfileres en el punto exacto. Los medios, alentaban de vez en cuándo el espíritu del, terremoto. No se pasaba una.

Pero el COOB seguía funcionando, teníamos un gran paraguas, José Miguel Abad.

Planto sin retorno. Un día se hizo piña. El proyecto avanzaba como una locomotora, sin humo y con poco ruido, pero implacable.

Punto de inflexión de las discusiones, suspicacias y reticencias. Estado de gracia. Obras son amores. Y las obras estaban. Los medios codo con codo. Las instituciones hombro con hombro y nosotros en una nube pero con los pies en el suelo. Había que hacer unos juegos con los recursos que teníamos. No costarán lo que costarán. Se metió tijera, se tuvo imaginación y seguíamos con el mismo entusiasmo. Cuando hablábamos del COOB, levitábamos, a pesar de la dureza, de las horas de trabajo, insomnios y algún que otro sinsabor.

Llegó el día, 25 de julio de 1992. Había nervios y tranquilidad. Nervios por si sucedía algo no previsto. Tranquilidad porque se había previsto casi todo.

Éxito: Barcelona vibraba, Cataluña vibraba, España vibraba. La gente respondió. Cada uno en su lugar, fueran o no comité organizador-, todos lo hicieron lo mejor que sabían "que no se diga que por mí van a fallar los juegos". Era el sentimiento individual que al hacerse colectivo, se convirtió en una explosión de eficacia. El equipo olímpico español respondió. Fue una de las claves de la autocomplacencia en nuestro país. Los esfuerzos no habían sido vanos. Problemas hubo, por supuesto, momentos comprometidos, también, pero se supieron resolver. El ejercicio, durante varios años de preparación, de delegación de funciones que conlleva la asunción de responsabilidades, hizo que la toma de decisiones a todos los niveles de organización, fuera realizada sin temor. Y funcionó.

La realidad es que en el centro principal de operaciones, los problemas eran, en general, poco trascendentes. La Villa Olímpica era un hervidero. Las calles, las ramblas, Montjuic. Hoy, cuatro años después, hablar de los Juegos Olímpicos de Barcelona es una garantía. La mejor tarjeta de visita.

Las federaciones internacionales, los comités olímpicos nacionales y deportistas de todo el mundo añoran esos días. Nosotros también. De los Pirineos hacia abajo se sabe hacer las cosas. Incluso podemos ser serios.- Y además cordiales sin ser serviles. Por supuesto, no soy objetivo. ¡Hola Atlanta! ¡Suerte! Pero tú serás otra cosa.

Manuel Fonseca fue director general de Deportes del COOB 92.

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