No a la reelección de Butros-Gali
La posibilidad de la reelección acaba con la precaria independencia del secretario general de las Naciones Unidas
Luego de mi experiencia como representante de Venezuela en las Naciones Unidas y de haber presidido el Consejo de Seguridad, pienso que el tema de mayor importancia no es si Butros Butros-Gali merece ser reelegido o si las objeciones formuladas en su contra por el Gobierno de Estados Unidos son válidas o no. Mi convicción es que los intereses de la comunidad mundial estarían mejor atendidos si al secretario general se le eligiera sólo por un periodo, pues la opción a la reelección acaba con la ya precaria independencia del secretario general elegido.De acuerdo con la Carta de la ONU, al secretario general lo nombra la Asamblea General con la recomendación del Consejo de Seguridad, pero la realidad es que son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad quienes lo escogen: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos -el Club de los Cinco-, y la Asamblea General realmente sólo desempeña un papel accesorio y formal. Este desafortunado y antidemocrático procedimiento hace que el secretario general sea mucho más dependiente de estos cinco miembros del Consejo que de los otros 180 países miembros de la ONU. Esta evidente debilidad del secretario general se acentúa con la reelección. De hecho, tan pronto son elegidos comienzan a actuar con esta opción en mente, En este particular, Butros-Gali no ha hecho sino continuar la tradición de la ONU.
Los últimos años han demostrado que un secretario general, en campaña para la reelección se convierte en rehén de los intereses del Club de los Cinco. Un caso específico fue Bosnia, donde la ONU acomodó y subordinó su independencia a las necesidades del Reino Unido y de Francia, perjudicando así a toda la organización. Otro caso fue Somalia, donde el secretario general asumió para la organización la responsabilidad por el fracaso de una operación militar que era sólo imputable a las fuerzas militares estadounidenses, que, actuando por su cuenta, fueron responsables de la muerte de 18 de sus efectivos. Con su silencio, la ONU se convirtió injustamente en víctima de severas críticas, especialmente del Congreso de Estados Unidos, que han utilizado este caso para, no aprobar el pago de la deuda de su país con la ONU, que asciende a 1.500 millones de dólares (192.000 millones de pesetas, al cambio actual).
Al evitarle situaciones políticas embarazosas y al contribuir a encubrir muchas de las faltas y debilidades de estos tres países, el secretario general, lamentable e injustamente, permitió que la ONU y sus otros 180 países miembros pagaran un enorme coste político ante el tribunal de la opinión pública internacional.
Las recientes declaraciones de los portavoces de Estados Unidos confirman que el secretario de Estado, Warren Christopher, intentó privadamente que Butros-Gali cumpliera con la promesa que le hizo en 1991 al entonces secretario de Estado, Lawrence Eagleburger, de que por razones de edad sólo serviría por un periodo, pero en este caso el secretario general no ha querido ser tan acomodaticio y ha expresado que tiene un enorme respaldo internacional y que, por tanto, aspira a lograr un segundo periodo. Gali debe estar esperando que se pueda repetir la faena realizada por Francia en noviembre de 1991 con el apoyo de los países no alineados representados en el Consejo de Seguridad.
En esa oportunidad recuerdo claramente la cara turbada del embajador Thomas Pickering Jr., representante en ese momento de Estados Unidos, caminando, o más bien corriendo, en la sala pequeña donde el Consejo realiza sus reuniones informales. Pickering, con teléfono celular en la mano, informaba agitadamente -seguramente al Departamento de Estado- de la selección de Butros-Gali en una reunión donde no estaba prevista una decisión final. El entonces embajador de Francia, Jean Bernard Merimée, emboscó a los diplomáticos de Estados Unidos al final de un proceso de negociaciones que hizo posible la sorpresiva elección de Butros-Gali, después de eliminar a todos los demás candidatos, incluyendo a los propuestos por Estados Unidos.
A pesar de esta exitosa emboscada francesa, Estados Unidos ni se opuso a Butros-Gali ni lo vetó, pero hoy las circunstancias son bastante diferentes. Por una parte, ahora Estados Unidos ha tomado la decisión irrevocable de impedir que Gali sea reelegido, y por otra, Robert Dole, quien no es precisamente un admirador del secretario general, es candidato a la presidencia.
No importa lo que acontezca con Butros-Gali, el mundo necesitará un secretario general fuerte y con credibilidad, capaz de actuar con independencia y autoridad política y moral. Ésa sería la única manera de lograr que las Naciones Unidas se con viertan en una entidad capaz de generar el respeto de la comunidad mundial.
La historia demuestra que, bajo las prácticas prevalentes, esto no puede ser alcanzado, salvo por accidente o por azar. Ahora que Estados Unidos ha decidido vetar a Butros-Gali los mejores intereses del "nosotros los pueblos de las Naciones Unidas" estarían mejor servidos si el Club de los Cinco acordara elegir a un nuevo secretario general por un solo periodo, al igual que ponerle fin a la práctica de la rotación automática entre regiones para elegir al secretario general, lo cual corresponde a tradiciones superadas de la guerra fría. El único criterio válido para el bien de la ONU, y de todos, es el de escoger al mejor candidato disponible en el momento, mujer u hombre.
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