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A los aguadores:

Manuel Rivas

Al margen de los náuticos, no hay ningún deporte que necesite tanta agua como el ciclismo. Hay etapas en que los cuerpos tienen que drenar seis litros. El humilde oficio de los aguadores, los ciclistas que acarrean agua para los líderes, es imprescindible. El ciclista aguador es como un zahorí en el desierto. El pelotón ofrece una imagen de medusa que se contrae y dilata, una masa viscosa de células uniformes. Pero en su interior hay lazos funcionales de la máxima importancia. Si fallasen los aguadores, la carrera se marchitaría como una hiedra en el asfalto. El de aguador es un oficio de aprendices. Llevar agua en el botijo es la primera misión del niño labrador o albañil. Detrás de todo gran ciclista hay una memoria de aguador. Por eso las ceremonias de final de etapa son tan poco exultantes. El ganador agita la botella de champaña como si fuese gaseosa. Y luego, a solas, bebe religiosamente agua.-

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