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Wembley pide respeto

Inglaterra, sin fútbol y poca pasión, resuelve un pésimo partido ante Escocia

José Sámano

EURO 96Con más pompas que fútbol, Wembley verificó el tono demacrado de la selección inglesa. Un equipo lleno de espinas que ofreció síntomas inquietantes el día de la fiesta mayor del fútbol británico. Sobre un escenario mitológico, envuelto por una verbena sin parangón y ante su vecino más altivo, el enemigo de toda la vida, Inglaterra trazó un partido descorazonador. No tuvo juego, porque, está desordenada, no tiene un estilo definido y desprecia la pelota. Y durante muchas fases le faltó alma, algo imperdonable en una cita heráldica. Sólo encontró el alivio por el talento de McManaman, y el acierto de Seaman en un penalti. Lo demás fue un disparate y Escocia se fue del partido como entró: de puntillas.Durante todo un primer tiempo sólo se adivinó a un puñado de jugadores ingratos trotando por Wembley con una falta de respeto a la historia, a miles de almas incandescentes y a un santuario sagrado. Porque Wembley quedó injustamente pisoteado. No ya por la consabida poca brillantez de Inglaterra, sino por su irritante falta de voluntad, épicamente soportada por dos hinchadas demasiado indulgentes, reacias a que nadie les estropeara la fiesta. Fruto del paroxismo, Wembley vivió cada saque de banda como si fuera un corner y cada falta, como un penalti. No había más sustento.

Terry Venables mantuvo el mismo equipo que defraudó en la inauguración, con la cavernaria decisión táctica. de que Southgate -un central de esos que fotocopia el fútbol británico desde hace siglos- esposara a McCallister, el mejor escocés, por toda la pradera. Su colega, Craig Brown, trastocó el grupo que había atrapado un punto ante Holanda. Consiguieron que sus equipos aún lo hicieran peor. Inglaterra quedó en manos de Gascoigne: un tipo rechoncho que sobrevive en el escaparate por su capacidad de liderazgo en el drink team, como ha bautizado la prensa británica al equipo inglés tras su enésimo desmadre. Le queda poco gas. Dos gotas, quizá. Por eso dosifica los partidos. El primer tiempo lo pasó bebiendo agua. Su ritmo fue tan lento como el de todo su equipo: sin pulso alguno, sin una ocasión de gol, sin un detalle que retener. Entre otras cosas porque Inglaterra no tiene futbolistas de verdad. Con Redknapp enfundado en el chándal, su oferta se reduce a medio Gascoigne, McManaman y la capacidad goleadora de Shearer. Escocia tampoco tuvo nada que decir. Quería un empate y no le quedó más remedio que llevar la iniciativa, con todo el equipo aupado sobre McCallister.

Como si el choque hubiera encontrado un atajo se fue hacia el segundo tiempo con Wembley entre ronquidos. Entonces, alguna autoridad moral debió, recordar al vestuario inglés su irreverencia. Porque Inglaterra entró en la. cancha con más voracidad, el mejor atributo que se le conoce. Ya con Redknapp de eje y Southgate indultado de sus tareas, Inglaterra alumbró a un equipo más reconocible, con más decisión.

McManaman -desperdiciado por Venables, que se empeña en encadenarle a un costado- se asomó la ceremonia y en quince minutos espléndidos desgarró a Escocia. Es un futbolista mágico. Explosivo en Carrera y con una facilidad poco común para tirar rivales a su paso con el baile de su cadera. Él levantó el partido. Él le enseñó el camino al tozudo Venables, siempre de espaldas al talento.

Con el gol de Shearer, fabricado por supuesto por McManaman, Inglaterra reculó. Se acostó sobre su área y Escocia reaccionó con furia, pero sin fútbol. Porque tampoco lo tiene. Pero aun a base de pelotazos, MacCallister acarició el gol en un penalti cometido por un atropello de Adams. Acertó Seaman y al instante se espabiló Gascoigne. Se pegó la mayor -y quizá la única- carrera del día y dejó un gol hermosísimo, lleno de plasticidad.

Fue el único eslabón luminoso con un enfrentamiento que cumplía su 124 cumpleaños. Gracias a. McManaman y Gascoigne al menos pudo apagar las velas.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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