_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los caballeros prefieren el cricket

No es fútbol todo lo que reluce en la primavera deportiva británica, ni hooligans los únicos elementos destacables en el amplísimo panorama de aficionados a este tipo de espectáculos. Sin ir más lejos, el jueves, el mismo día que Holanda se batía el cobre con la selección suiza, y los búlgaros conseguían triunfar un tanto irregularmente sobre los sufridos rumanos, el todo Londres -por encima de los 60 años de edad- se dió cita en el santuario del criket. Lord's, el estadio con más solera de los dedicados a este extraño deporte -acaso el más inglés de todos- abrió por primera vez las puertas del pabellón conocido como Long Room a las mujeres. Por primera vez en 200 años de historia. Hasta ahora, tan sólo la reina Isabel II había tenido el privilegio de acceder al pabellón victoriano, custodiado celosamente por los miembros del club de cricket, todos ellos hombres, por supuesto.Cierto que en 1993, un equipo de cricket femenino fue autorizado a atravesar la zona camino del terreno de juego. Pero aquella fue una ocasión excepcional, porque la selección inglesa disputaba la Copa del Mundo. La del jueves era también una jornada especial: se jugaba un partido entre las selecciones femeninas de Inglaterra y Nueva Zelanda, y en las gradas figuraba hasta la ministra de Cultura, Virginia Bottomley. Sin embargo, no es probable que el gesto del jueves tenga continuidad alguna. ¿Qué sería si no de las tradiciones británicas? Ya en 1991, el 67% de los 17.500 socios del club de cricket dejaron muy claro que no querían mujeres entre sus miembros. Y aunque la mentalidad de estos simpáticos personajes cambiara de la noche a la mañana, a tenor de la lista de espera, no habría un socio femenino hasta dentro de 18 años. Lo que resulta más sorprendente, visto lo visto, es que haya una sola mujer interesada en pertenecer al club.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_