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El salto de una entidad prudente

Desde que en 1990, Josep Oliu Creus, con 40 años, fue nombrado consejero y director general del Sabadell los analistas financieros apostaban por un cambio de rumbo en la estrategia de desarrollo del banco catalán. El nombramiento de Oliu coincidió, además, con la entrada en el banco, como directora de desarrollo, de Anna Birulés, tras cuatro años de ocupar altos cargos en la Generalitat. Han hecho falta seis años desde aquel relevo para que el Sabadell, un banco con 115 años de historia, decidiera dar un salto y participar con paso firme en la carrera del crecimiento en la que está embarcada buena parte de la banca española. Este hecho se explica en parte por la agresividad compradora mostrada por La Caixa y los anuncios en el mismo sentido de Caixa Catalunya sobre la compra del Banco Atlántico.El consejo de administración del banco, encabezado por su presidente Joan Corominas Vila, está marcado por apellidos históricos que se encadenan directamente con los de los fundadores de la entidad. El propio Oliu ocupó su cargo en sustitución de su padre, Joan Oliu Pich, antiguo director general y actual vicepresidente del banco. Un rasgo de continuidad y solvencia que le llevó siempre a huir de las participaciones industriales y el crecimiento fácil del crédito y que ahora se complementa con una mayor agresividad en la busca del crecimiento en el mercado.

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El primer paso en esa línea fue la adquisición de un paquete del 8,7% del Banco Guipuzcoano, en julio del pasado año, y que estaba en manos de Banesto. Esta participación, que posteriormente se amplió al 10%, fue calificada por los responsables del Sabadell como "inversión financiera", aunque en el sector financiero se interpretó como un intento fallido de iniciar la expansión fuera de Cataluña mediante la política de compra de bancos.

Oliu ha dicho siempre que los bancos trabajan con las mismas armas: la teconolgía es igual para todos, los productos financieros también, por lo que solamente queda el servicio y la atención al cliente como factor para distinguirse de la competencia.

A pesar de todos los cambios, el Sabadell continúa blindado frente a cualquier posibilidad de entrada de nuevos accionistas no deseados. No cotiza en bolsa y sus acciones están repartidas entre más de 36.000 pequeños inversores. El precio de las acciones, para cuya compra hay lista de espera, se establece de acuerdo con el valor contable del banco.

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