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EURO 96

Una pifia resuelve un choque caótico

Decepcionante debú de Croacia, que sólo pudo ganar por un error inocente de Turquía

José Sámano

Se asomó Croacia a la Eurocopa con todos los focos encendidos. La cartelera anunciaba a una selección con mucho crédito -superó a Italia en la clasificación- y poblada de nombres ilustres. Enfrente, Turquía, un excelente telonero para la ocasión; nada más que eso. Y todo resultó un fiasco. En medio de un partido poco digestivo -el más pobre del campeonato-, un despiste monumental maquilló el caótico partido de los croatas. A falta de cinco minutos, un comer favorable a Turquía se convirtió en un gol del futuro jugador valencianista Vlaovic, que avanzó desde su medio campo sin rastro alguno de los turcos.Pese al triunfó, Croacia dejó una estela decepcionante. Con un fútbol plomizo, enredado y poco sugerente, Prosinecki, Suker y compañía tuvieron un estreno fatal ante un equipo de juego primerizo como el turco.

Frente a la bisoñez turca, Croacia expuso una prolija lista de peloteros. Salió al escenario de Nottingham con nueve jugadores de las tres ligas con más alcurnia del Continente: la inglesa (Stimac, Bilic, Asanovic), la española (Jerkan, Jarni, Prosinecki, Suker) y la italiana (Boban, Boksic). El portero Ladic juega en su país (Zagreb) y Stanic -ex delantero centro del Sporting de Gijón- ha sido el máximo artillero de la Liga belga con el Brujas (29 goles). Y fue precisamente Stanic el que ejemplificó el barullo croata: Miroslav Blazevic, el técnico, situó al goleador de lateral derecho. Y qué decir de Prosinecki. Por la izquierda, por la derecha o por el centro, lo mismo da. Siempre está perdido.A la habitual glotonería con la pelota de muchos de sus futbolistas, Croacia mostró un desbarajuste táctico extraordinario. Tres centrales, dos carrileros, tres pensadores -Prosinecki, Asanovic y Boban- y allá a lo lejos, muy lejos, muy lejos, fuera del cuadro, Boksic y Suker. Por eso el equipo estuvo siempre despegado, enredado en un laberinto. Agrietada por todos los costados, Croacia ni siquiera robó la pelota a los turcos. Pese a los pisotones de Prosinecki -soba que te soba-, Turquía mantuvo más tiempo la pelota en su poder (52% en el primer periodo).

Pero poco hizo con ella. Es un equipo huesudo, de esos que incordian y corren sin templanza por todas las esquinas, pero carece de individualidades. Anoche pudo tener su gran día y ni siquiera tuvo suerte. Cuando el partido más se retorcía, sin más alivio que algún fogonazo de Suker, un error infantil les mandó al garete. Y dejó viva a Croacia, que quizá haya aprendido la lección.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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