_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El cesante

No se trata de un tipo galdosiano. Es decir, no sabe cuándo volverá su turno y de ahí el velillo de sudor sobre el bigote rasurado. Ha cumplido 44 años. Desde el 72 no ha hecho más que política. Primero ayudó secretamente en el partido y cuando fue un hombre legal lo pusieron en nómina. Los partidos crecían. No pasaba como ahora, que regulan plantilla. En el 79, cuando las municipales, ganaron en su ciudad. Quiso elegir, pero no pudo: era maestro, fuerte en humanidades, pidió algo de enseñanza. Pero lo destinaron, de segundo, a los servicios de asistencia social. Por su humanidad seguramente. Como lo guiaba un ideal intenso y pertenecía a una generación que hincó los codos para descifrar a Marx y los epígonos -estudió la filosofía al revés: primero, Althusser; luego, Grainsci, el Maestro, Hegel, Kant, y luego de un largo camino, Platón; ahora dicen que se entretenía refinadamente con los presocráticos; como era un tipo concienzudo, en fin, se convirtió en pocos meses en un profesional de la asistencia. En la primavera del 83 lo llamaron de Madrid: le dijeron que el presidente había oído hablar de su capacidad de gestión y necesitaba alguien así para un puesto delicado. Se trataba de recoger toda la información sobre las incidencias nucleares que se produjeran en España y coordinar la respuesta. Protestó -no tenía el perfil-, pero muy débilmente El presidente... Así pasaron seis años. Se metió en hipotecas y en el 89 pasó un mal rato: el PSOE había obtenido la mitad absoluta. No era un maestro,- ni un experto en asistencia social, ni un ingeniero nuclear, por supuesto. Tampoco era un experto en informes de coyuntura: en eso trabajó -ya en Moncloa- hasta el otro día, que llamó por teléfono, preguntó cómo estaban las cosas por aquí, y sin venir mucho a cuento, la verdad, soltó con fiereza y melancolía que sólo la derecha no tiene problemas de identidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_