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De la Peña despierta Montjuïc

España jugará el viernes la final del Europeo Sub 21 frente a Italia

José Sámano

Un viejo y sabio axioma balompédico sentencia que hay futbolistas y jugadores. Una frontera sutil, pero rotunda, que sirve para clasificar a Iván de la Peña como un futbolista con mayúsculas. Uno de esos solistas que cautivan a la grada como nadie. Tiene tanto duende que basta que la pelota sople a su lado para que la grada abra la boca, como en el punto más excitante de un espectáculo malabarista. Con Montjuic de rodillas, rendida a la calva más conspicua que ha parido el fútbol español, De la Peña llevó a España, diez años después, a la final del campeonato de Europa sub-21.Claro que De la Peña es un tipo tierno -lo dijo Clemente 24 horas antes- y, por supuesto, que se puede comprender que irrite en ocasiones a los entrenadores academicistas, esos que tiritan con lo que llaman desbarajuste táctico. Si el fútbol es una concatenación de orden y talento, Iván derrocha talento y no admite ningún corsé. Va por libre, en las buenas y en las malas tardes. Y ayer no fue buena, fue espléndida. Y, encima, el catecismo de Clemente, siempre tan metódico, le procuró un ordenamiento casi militarizado a su alrededor. Iván se sintió envuelto, acurrucado por un centro del campo batallador (Roberto, José Ignacio) y una línea defensiva firme y equilibrada -salvo el error de cálculo de Mora en el gol escocés-

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Con España al mando desde el primer momento y los escoceses refugiados, De la Peña situó el retrovisor y encadenó un repertorio de pases diabólicos por todas las esquinas. Porque él es un jugador de último pase. No le pidamos más. Es un ingeniero del gol fantástico.

Frente al sólido equipo escocés -más pulcro y elaborado que el tradicional juego de pico y pala británico- Clemente supo enquistar a Iván donde más disfruta, mejor rinde y menos estropicios provoca. Situado a espaldas de Oscar y Raúl, cerca del área rival De la Peña tiene más peso ofensivo y menos incidencia defensiva. Todos sus pases tienen un riesgo infinito y si pierde la pelota el contrario aún debe recorrer 70 metros para amenazar.

A partir del orden general y el talento del calvo, la selección siempre ofreció un aire superior. Iván encontró, además, a Oscar y Raúl, con los que forma un mestizaje perfecto. Los tres tejieron el juego de ataque español y desequilibraron al rival. Con Lardín a galope limpio por la izquierda encontraron un estimable aliado. Justo lo que faltó por la otra banda, donde Roberto, un jugador de gran envergadura, se movió a otra velocidad. Es mucho más lento y sus movimientos son más espeso!. Parece más inclinado hacia posiciones más centradas.

El gol de Óscar fue un tributo al mejor juego español. Sobre todo a su apuesta decidida y ahí tuvo mucho que ver el goleador azulgrana. Su enjundia, su crecimiento a lo largo del partido desahogó a Raúl, que ha llegado al final de la temporada muy castigado físicamente.

España sólo titubeó tras el empate escocés, una cornada que empañó de angustia a la selección. Miller, el mejor escocés, estuvo a punto de aprovecharse de la tiritona. Pero, ¡qué demonios¡ Era -la noche de Iván y lo mejor estaba por llegar. Un toque magistral desde el borde del área que despidió la pelota cruda y vertiginosa contra la red escocesa. Pero hubo más: 20 minutos deliciosos en el trecho inicial del segundo tiempo.

Emergió entonces el desparpajo de este grupo de Clemente, al que el profesionalismo aún no ha desterrado su pasión por este juego. La fiesta tuvo tacos, túneles, pases estrábicos -aquí te miro, allí la pongo- Sólo faltó el gol, por la poca fortuna de Raúl y Lardín, o el dichoso poste que se interpuso en otro remate seco y cruzado del calvo. De repente Montjuic se llenó de futbolistas, una coral que recuperó de golpe todas las vibraciones del estadio olímpico, que, cuatro años después de Barcelona 92, el viernes desempolvará sus mejores galas para asistir a otra fiesta. Quizá no sea redonda, pero habrá futbolistas. Seguro.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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