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La cabalgata del doblete

El Atlético paseó ayer sus trofeos por las calles de Madrid

"No sé si estoy en Oceanía, Sebastopol... Estoy en las nubes. Esto pasa a los anales de la historia. Es para que lo estudien los psicólogos Jesús Gil, presidente del Atlético, ya no sabía qué decir a las puertas de la catedral de la Almudena después de varias horas de forofismo rojiblanco por las principales vías del centro de la capital para festejar el doblete -Copa y Liga- del equipo. Unos 50.000 aficionados vibraron con la cabalgata festivalera organizada para ofrendar los trofeos, primero a la Comunidad de Madrid, después al Ayuntamiento, y por último, a la patrona, la Virgen de la Almudena.La fiesta comenzó en Atocha, siguió por el paseo del Prado, bordeó la fuente de Neptuno, subió por la carrera de San Jerónimo, hizo su primera parada en la Puerta del Sol, continuó por la calle Mayor hasta la plaza de la Villa y acabó en la catedral de la Almudena, para poner su rúbrica en el Vicente Calderón con un festival de música y fuegos artificiales. Allí, los jugadores cantaron con Ketama, Pimpinela o Joaquín Sabina, para cerrar Jesús Gil el desenfreno desentonando el ¡aúpa Atleti! mientras actuaba Azúcar Moreno.

Antes, los aficionados descubrieron al caballo emblemático de Gil: "¡Mira, ése es Imperioso!". Detrás le seguían unos ponis, y más de uno lanzó el nombre de Núñez, presidente del Barça. La carroza de Gil, con Radomir Antic, el entrenador, al lado, abría la romería. Seguían otras 15, tiradas por más de 40 caballos y en las que iban los jugadores. Este parque equino fue alquilado a la empresa Animales y Carruajes, SL, por 100.000 pesetas cada carroza y 25.000 el cochero. Su propietario Francisco Ardura, socio del Real Madrid, comentó que hace cinco años los jugadores madridistas se negaron a ir en ellas por temor a que los caballos se desbocasen. "Fueron en autocar", se lamentó.

"Con esta afición, el Atleti será eterno", le confesó Gil al presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón. "Venía uniformado y mira cómo me han dejado", fue el saludo del presidente del Atlético al alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, al mismo tiempo que le mostraba una camiseta con rayas azules y amarillas y cuello blanco, empapada en sudor. El amo del Atlético intentó guardar las formas y se puso la chaqueta al entrar en la catedral, donde retumbaron sin escrúpulos los gritos de "¡Campeones! ¡Campeones!". "Es la primera vez que vivo la ofrenda de unos trofeos a la Virgen. Una cosa simpática", comentó el arzobispo José María Rouco.

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