El Camp Nou, canoniza a Cruyff
El Barça remonta un emotivo partido al Celta entre un aluvión de protestas contra el palco
Y, por fin, justo el último día, salieron los pañuelos. Y no fue, precisamente, para celebrar un gol, ni para reprochar la faena del árbitro, ni para saludar a un extraño. Ni tampoco para darle permiso a Núñez para echar a Cruyff de una puñetera vez. Cruyff fue destituido de mala manera el día antes, y el tendido del Camp Nou se tiñó ayer de blanco cada vez que el presidente asomó por el balcón del estadio. La bronca de la hinchada fue tremenda por la mala educación con la que ha actuado la junta. Ha tenido un año para justificar su decisión y destituyeron al entrenador el único día en que era pecado.La ausencia de Cruyff y el gesto de Núñez dejaron al choque con un contenido más sentimental que futbolístico. Valió la pena mirar al campo pese al estruendo de la grada. El equipo azulgrana se dejó el alma para evitar que el día después sin Cruyff pasara a la hemeroteca con un crespón negro. No podía perder de ninguna de las maneras. Y ese empeño les salvó y también redimió. No hizo un gran encuentro. El colectivo ya lleva largo tiempo perdido, ido, sin jugar a fútbol, pero tuvo al menos arrestos suficientes para remontar dos goles en contra.
Iba el choque a gusto del Celta. El Barça no pintaba nada. El equipo azulgrana ha perdido el color desde que se rindió ante el Atlético y vagaba como alma en pena por la cancha. Volvió a fallar Busquets, Prosinecki no acertaba a dar salida al cuero por banda derecha y Kodro no estaba ni en el campo. El grupo gallego iba y venía sin problemas. Muy bien parado en su parcela, se desplegaba con tino hacia Gudelj. Y así cayó un gol y otro.
Perdido ya el toque, el control y el movimiento, el equipo azulgrana se agarró para empezar al serpentear de Jordi por el carril izquierdo y a la voluntad de todo el colectivo sin éxito. Con los cambios, sin embargo, se reactivó la contienda. Cuéllar y óscar metieron a su equipo en el partido y el Celta se fue descosiendo ante el empuje barcelonista.
El partido, poco a poco, adquirió un tono épico. Sólo faltaba un gol para culminar la tarde. Y, como si fuera un cuento de hadas, la remontada había llegado con Jordi de abanderado. El hijo de Johan puso el centro y Óscar la cabeza, en el gol del empate.
Y, después, con el segundo de Óscar el delirio. Jordi pidió el cambio a Rexach y abandonó el campo llorando, aplaudiendo al público y lanzando su camiseta a la grada. Fue el epílogo que pedía el hincha. No le perdonará a Núñez que haya echado a Cruyff del Barça de forma barriobajera. La contestación que ayer recibió el presidente no tiene precedentes en los últimos tiempos en el Camp Nou.
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