"Nuestro deber social es disciplinar, aunque con dolor, a los abogados"
Luis Martí Mingarro, de 59 años, casado, con cuatro hijos y ya con una nieta, catedrático de Hacienda y Contabilidad en excedencia y abogado en ejercicio desde hace 38 años, presenta hoy los actos conmemorativos del 400 aniversario del Colegio de Abogados de Madrid en donde él sucedió como decano al legendario Antonio Pedrol. Junto al "privilegio" de gobernar a 37.761 colegiados, 24.622 de ellos ejercientes, para Martí Mingarro es un doloroso deber con la sociedad disciplinar a los abogados. En 1995 se iniciaron 940 expedientes, de los que 260 terminaron con sanción, dos de las cuales significaron la expulsión de la abogacía.Pregunta. ¿Se parecen en algo aquellos abogados del siglo XVI con los de ahora?
Respuesta. Los abogados se parecen siempre. Cambian las circunstancias políticas, sociales y económicas, pero la abogacía esencial permanece: ayudar a pedir justicia, defender al ciudadano en cualquier situación conflictiva y merecer su confianza.
P. ¿Qué límites tiene el derecho de defensa, o vale todo?
R. La frontera es la ley.
P. Pero la mentira y el chantaje suelen ser herramientas corrientes de los abogados.
R. Los delitos los cometen los justiciables, si así se prueba. Mientras tanto, el deber de defensa es amplísimo y en su ejercicio lo único inaceptable es que el abogado incurra en conductas delictivas.
P. ¿Hay abogados que indican a los testigos qué deben declarar?
R. En la práctica procesal española es usual analizar los testimonios que han de prestarse. De ahí a conducir al testigo hay una frontera no traspasable.
P. ¿Admite usted que la justificación de los colegios es garantizar un buen servicio jurídico a los ciudadanos?
R. Sin duda.
P. Entonces, ¿no cree escaso el número de sanciones?
R. La estadística sancionadora no nos llena de orgullo, porque nos gustaría que hubiera menos casos necesitados de disciplina. Hacemos un gran esfuerzo y ni una sola denuncia queda sin analizar. La función disciplinaria es muy gravosa, pero es nuestro deber con la sociedad y lo cumplimos, por doloroso que sea. Por cierto, no vemos compartida esa actitud en otros sectores de la justicia.
P. ¿Por ejemplo?
R. Basta comparar las pocas sanciones a jueces, secretarios, oficiales de juzgado...
P. ¿Por qué motivos se sanciona a los abogados?
R. Por falta de justificación de los pagos recibidos, retención o extravío de documentos, pérdida de plazos, competencia desleal, trato desconsiderado a compañeros o ante los, tribunales u órganos de la justicia, incomparecencia a la vista.
P. Este último motivo de sanción contribuye mucho, por cierto, al retraso de la justicia.
R. No admito que seamos responsables de los retrasos de la justicia. Las estadísticas demuestran que la mayor parte de: las suspensiones se producen por disfunciones en las notificaciones a las partes o a los peritos o problemas en la conducción de inculpados. De todos modos, cuando la incomparecencia del abogado no está justificada, abrimos expediente. Si se trata del turno de oficio, se da de baja al abogado.
P. ¿Ofrece alguna solución alternativa a la fórmula de acceso a la abogacía aprobada en La Coruña, contestada por los estudiantes de derecho y que 25 colegios insisten en implantar?
R. Tanto el colegio como yo trabajamos para que el comienzo de la profesión se haga con una formación adecuada, en colaboración con la Universidad y de tal manera que, de ninguna forma, sea ni parezca un sistema de restricción del acceso a la profesión, que debe seguir siendo liberal.
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