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Dole quema las naves al renunciar al Senado para disputar la Casa Blanca

Antonio Caño

El candidato republicano a la presidencia norteamericana, Bob Dole, sacudió ayer la carrera electoral en Estados Unidos con el anuncio de que abandonará su escaño en el Senado y su cargo de líder de la mayoría republicana, con lo que: renuncia a la que ha sido su base de poder durante más de 30 años para concentrarse en un desesperado intento por derrotar a Bill Clinton el próximo mes de noviembre.

"Ha llegado la hora de abandonar este puesto. A partir de este momento sólo tendré dos alternativas: o la Casa Blanca o mi casa", dijo, entre muestras de emoción, el senador que ha ocupado un papel central en la vida legislativa de Estados Unidos desde hace al menos dos décadas.La decisión de Dole, que cogió por sorpresa a sus colegas y a sus rivales en Washington, supone el reconocimiento de que es imposible ganar las elecciones desde los pasillos del Capitolio. Dole ha decidido presentar batalla ahora a Clinton "como un ciudadano privado, como un norteamericano más", confiando en que el sentimiento popular en contra de la clase política tradicional perjudique a partir de ahora sólo a Clinton.

Desde esa nueva posición, Dole intentará remontar la distancia de 20 puntos que actualmente le separa de Clinton en las encuestas electorales. En contra de la opinión de la mayoría de los analistas, el candidato republicano aseguró que será capaz de hacerlo: "Es en los momentos de dificultad en los que siempre he encontrado mi fuerza. He superado antes situaciones como esta, y lo haré ahora de nuevo".

Hasta hace pocas semanas, Dole insistía en que no abandonaría su cargo de senador, por que ésa había sido la posición en la que había ganado prestigio como político y ése era el lugar desde el que quería ganar la con fianza de los norteamericanos. Su propósito chocó con el criterio de la opinión pública, que ha culpado al Congreso, más que a la Casa Blanca, de las tensiones políticas vividas en los últimos meses en Washington.

Varios congresistas y gobernadores republicanos, que desconfiaban de la estrategia montada por Dole, llevaban tiempo pidiendo al senador, de 72 años, alguna reacción enérgica para frenar el crecimiento del presidente en las encuestas. Dole ha reaccionado finalmente de la forma más drástica que tenía a mano, jugándose el todo por el todo, renunciando a una carrera en el Capitolio que comenzó en 1960 y echándose a la arena de una campaña que se presenta áspera y difícil. Su dimisión en el Senado será efectiva a partir del 11 de junio. El portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, informó que, en una conversación telefónica, Clinton había agradecido ayer a Dole los servicios prestados a la nación.

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