Casta, religión y regionalismo

La derrota del Partido del Congreso abre un nuevo periodo de la historia política de India en la que los principios fundacionales del país quedan ahora en entredicho. Las elecciones pasadas han mostrado que, casi medio siglo después de su independencia, India se ha despojado de la capa con que el Congreso trató de cubrir las heridas de este mosaico que hoy en día tiene 930 millones de habitantes y que, por ser el partido que la llevó a la independiencia, quedaron reflejados en su Constitución. Estos comicios han dejado al descubierto las raíces más profundas de India, y sus gentes han votado en base a su más ancestral tradición: la división por castas, la religión y el regionalismo.

El ya ex primer ministro y líder del Congreso, Narasimha Rao, es acusado por muchos barones de su partido de ser el causante de su derrota por haber "traicionado" los principios fundacionales de éste. Así, le acusan de haber hecho perder al Congreso el apoyo de los más de 110 millones de musulmanes indios por no haber impedido la destrucción, en 1991, de la mezquita de Ayodhya por las hordas hindúes. Rao es acusado también de haberse dedicado a liberalizar la economía, lo que se tradujo en la pérdida de los votantes intocables, la casta más baja de la rígida jerarquía hindú, cuya causa fue defendida por el partido que dirigió siempre la carismática dinastía Nehru-Gandhi, hasta el asesinato de Rajiv en 1991 y la designación de Rao para sucederle.