Idilio en Mestalla

No es que apareciera mucho donde se cuecen los goles, ni siquiera gozó de ocasiones claras, pero una que tuvo la aprovechó. Más por empeño que por otra cosa, y probablemente por el idilio que mantiene este equipo con Mestalla, Viola permitió al Valencia mantener el rescoldo de la Liga, todavía tenue pese a a la victoria del Atlético en Santiago. En la antítesis está Mijatovic, que, pese a su innegable esfuerzo y sus llegadas constantes, le ha abandonado la gracia de la definición en su propio estadio. Y una vez más, Luis Aragonés, el sabio, dio en el clavo con las sustituciones (hubo doble cambio a un tiempo de los laterales y el equipo ganó una velocidad).El Sporting, por su parte, pasó por Mestalla sin dejar rastro. Si acaso subsistió mientras mantuvo atados a Viola y compañía; después, con el gol, se desmoronó sin remedio. De este modo, el Valencia presenta en su campo una segunda vuelta absolutamente limpia, sin un simple tachón en su expediente (nueve victorias de nueve partidos).

Tal vez fuera el gol de Caminero en San Lázaro, tal vez la maraña urdida por el Sporting, el caso es que el Valencia jugó el primer tiempo, como aletargado, más espeso que de costumbre. El público mismo observaba el choque subyugado por el abatimiento. La suerte estaba echada.

Tan sólo despertó Mestalla para pagar una cuenta pendiente. Corría el minuto 34, cuando la grada por fin claudicó al encanto y la entrega de Mijatovic. Fue la penúltima falta lanzada con la maestría del montenegrino. Acaso no era éste, una vez más, el jugador que acumulaba la mayor -parte del acervo creativo de su equipo. Los tímidos silbidos fueron definitivamente apaga dos. Sin embargo, pese a su in negable esfuerzo, parece como si Mijatovic hubiese perdido el estado de gracia en su estadio, aquel que le acompañó duran te buena parte del campeona to. Ahora, los tres palos repelen sus disparos.

El equipo de Luis quiso resolver el choque por imperativo: se empecinó en entrar por la parte central a toda costa. Ausente Poyatos, sin embargo, no había un ariete en condiciones para ejecutar la ruptura. Siendo una de las premisas de Luis el juego ofensivo de los laterales, la opacidad de Mendieta y Romero echó plomo a la ofensiva local.

Tras el descanso, Aragonés descubrió la avería y sustituyó a los laterales. Y no es que Sietes y Eskurza revolucionaran al Valencia, pero aportaron la suficiente energía para abrir el encuentro. Con el gol de Viola, se derrumbó el castillo construido por Novoa y el Valencia destapó la distancia que le separa de los asturianos. Los de Luis siguen en la pelea, a cuatro puntos del líder.