Dinastía sin herederos
Los primeros comicios en los que el Congreso se presenta sin nadie de la dinastía Nehru-Gandhi pueden sellar el declive definitivo de este partido forjado en la lucha contra el imperio británico. India se ha identificado tanto con esta familia que cuando mataron a Rajiv Gandhi, en mayo de 1991, miles de personas pidieron a su viuda, Sonia -una italiana-, que tomara el testigo. Poco parece importar que Narasimha Rao, llegado al poder casi por casualidad tras el asesinato de Rajiv -nieto de Jawharlal Nehru e hijo de Indira Gandhi-durante las elecciones pasadas, haya revolucionado la economía con una apertura urgente y necesaria. El pragmático primer ministro no tiene carisma, no sabe arengar a las masas, pero, entre bastidores, se mueve como pez en el agua.
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