El Deportivo aprovecha los regalos del Zaragoza
Dos regalos del Zaragoza, un penalti absurdo de Belman y un error garrafal de Cuartero, transformaron un partido dominado por el aburrimiento y que parecía destinado a que los goles se cotizasen a precio de oro. Sin embargo, los dos tantos que se encontró el Deportivo obligaron a Víctor Fernández a transformar la fisonomía de su equipo y en el segundo tiempo las ocasiones y la emoción, aunque no el buen fútbol, salvaron el choque. El Zaragoza anda errante, sin esquema, con la dirección perdida y sin objetivos y se encontró a un Deportivo al que le bastó estar bien plantado y aprovechar sus ocasiones para arrancar la victoria.El guión parecía escrito. Con el Zaragoza abonado al empate y una docena de bajas entre los titulares de ambos equipos, el choque no prometía demasiado. Por faltar, faltó hasta el árbitro designado inicialmente, Díaz Vega, que no pudo desplazarse a La Romareda por problemas personales. Entre los contendientes, por lesiones, sanciones o partidos internacionales, estaban ausentes nada menos que Cáceres, Poyet, Gustavo López, Dani y García Sanjuán, en el Zaragoza; y Bebeto, Fran, Mauro Silva, Djukic, Ribera y Nando, en el Deportivo.
El panorama cambió en el minuto 24. Belman derribó a Manjarín en una acción que no revestía peligro y propició el 0-1. Diez minutos después, Cuartero cometió un fallo estrepitoso y entregó el balón a David que no tuvo más que colocarlo junto al poste para superar a Belman. Con el 0-2 y la compostura que mostraban ambos equipos sobre el césped, pocas opciones parecían quedarle al Zaragoza. Un balón colgado al área poco antes del descanso, el único recurso que le quedaba a los zaragocistas, Morientes dio vida al encuentro cabeceando el 1-2.
El descanso sirvió para que Víctor Fernández, en contra de sus habituales reacciones, modificara el equipo. Dio entrada a Pardeza e Higuera y con un equipo plagado de jugadores ofensivos comenzó a apretar sobre el portal de Liaño. El empate parecía próximo. El Deportivo sacó a relucir entonces su mejor calidad, su mayor. experiencia, y con Aldana y Beguiristain ensanchó el campo, amansó el balón y esperó su oportunidad, que llegó en el minuto 73, al cabecear Manjarín un centro de Beguiristain.
El Zaragoza. había sacado, ahora sí, la rabia y por segunda vez consiguió entrar en el partido. Berti aprovechó el temeroso arbitraje de Rubio Valdivieso, se tiró en el área y arrancó un penalti que supuso el definitivo 2-3.
El resultado supone la octava derrota del Zaragoza en su estadio y le sitúa a un paso de la promoción.
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