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Sorpresa fuera de guión

Morosos, vecinos y policías se cuelan en el rodaje de un corto

Las cerca de cien personas entre actores, figurantes y técnicos que se citaron la noche del martes en la sala de fiestas Bagëlus para filmar varias secuencias del cortometraje Chicles, que se está rodando en Madrid, se encontraron con una sorpresa que no estaba en el guión. El local estaba precintado por orden gubernativa y la electricidad cortada, por falta de pago. Por si fuera poco, una dotación de la Policía Municipal, alertada por un vecino, irrumpió de improviso en el papel de actores estelares con el propósito de impedir el rodaje."Nadie entendía nada, pero se nos cayó el mundo encima", recuerda David Gordon, director y guionista del proyecto. "Teníamos apalabrado el local desde hace dos meses para rodar una fiesta que finaliza en una pelea en clave de humor. Los propietarios nos habían dado permiso para utilizar la terraza de forma gratuita durante dos noches. Pero nos encontramos con el precinto", prosigue el cineasta.

Tras unos minutos de incredulidad, alguien de la sala franqueó la puerta, y las cámaras, cables, focos y actores se instalaron en la terraza, que hace esquina con la calle de María de Molina. Sin embargo, un vecino avisó a la policía, que se presentó con cuatro agentes. "Casi nos morimos. Un año de trabajo al garete por la falta de profesionalidad de una empresa que nos oculta que tiene el negocio clausurado", se lamenta Gordon.

Desde su inauguración en junio de 1994, Bagëlus ha sido un auténtico dolor de muelas para los vecinos de la zona que han presentado numerosas denuncias ante el Ayuntamiento. Como botón de muestra de la virulencia de esta guerra vecinal, valga el cartel que presentaba un coche estacionado en el vado del jardín: "Señores policías, antes de retirar este vehículo comprueben que el local está precintado".

Tras muchas discusiones, los agentes se limitaron a tomar nota de la violación del precinto, pero no impidieron el rodaje. "No podemos desalojar a los intrusos sin una orden judicial", alegaron. A todo esto, más de un despistado se colaba en el bar para tomarse una copa.

Pero esto no es todo. Horas antes, el equipo de producción tuvo que contratar apresuradamente una conexión eléctrica. "La sala tiene cortada la luz por falta de pago, así que tuvimos que pagar a la compañía eléctrica 20.000 pesetas por dos días de enganche", cuenta Gordon.

La madrugada del jueves, segunda y última jornada de trabajo en Bagëlus, transcurrió sin más incidentes que la nueva protesta del mismo ciudadano, la consiguiente presencia policial y la ausencia de los representantes del negocio.

El rodaje concluirá el lunes en el restaurante erótico Tentaciones, situado en la calle de Tarragona, donde Ange realizará un strip-tease, a puerta cerrada, claro está.

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