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Entrevista:

"Con los actuales políticos no se puede hacer el cambio"

A principios de los noventa, el ex democristiano Mario Segni era considerado como el político con más proyección de futuro en Italia y al que gran parte de la población consideraba aspirante ideal a primer ministro. Pero ha pasado el tiempo y ahora el que fuera fundador del desaparecido Movimiento Referendario ha decidido abandonar la actividad parlamentaria y no presentarse a las elecciones del próximo día 21 para no traicionar los ideales de su batalla y asqueado por los síntomas, según él, preocupantes de reproducción del viejo sistema partitocrático con los mismos rostros de antaño. Segni, que se encuentra en España de vacaciones, no quiere dar un pronóstico sobre el resultado de los comicios, si bien admite que duda mucho de que esta convocatoria anticipada, la tercera en sólo cuatro años, sirva para algo. "Con los actuales políticos no se puede hacer el cambio", afirma.Segni, de 55 años, que volverá a la docencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sassari, en su Cerdeña natal, se ha hecho la promesa de no hablar en su país sobre la campaña electoral hasta después del día 21.

Se atiene a los sondeos, que anticipan que ni el centro-derecha del Polo de la Libertad ni la coalición del centro-izquierda del Olivo ganarán holgadamente para garantizar la gobernabilidad del país: "No soy adivino ni tengo la bola de cristal para anticipar que volveremos otra vez a un gobierno no político". Sin embargo, el hijo del que fuera presidente de la República, Antonio Segni, en los años sesenta, no vacila al manifestar que ninguno de los dos bloques será capaz de llevar a cabo la reforma institucional que Italia necesita para salir de la parálisis que arrastra desde hace medio siglo, durante el que ha habido 54 gobiernos: "No creo que ninguna de las dos coaliciones sea capaz de completar la tarea iniciada por nosotros con los referendos ni de llegar a un sistema de elección directa del primer ministro, porque en realidad se sienten celosos de su propio poder y están más atentos de que a corto plazo prevalezcan sus intereses antes que trabajar por proyectos a largo. Con ellos no se puede esperar ninguna reforma". De ahí, agrega, que "los italianos se sientan fuertemente desilusionados" con la actual clase política y de que tengan la sensación de que la cita del próximo día 21 será inútil.

Segni sostiene que la lógica habría exigido abordar la reforma antes de recurrir a una nueva disolución anticipada de la legislatura. Dice. que Italia continúa viviendo en periodo de emergencia, de "transición hacia una nueva clase política".

En Italia, afirma, existe la característica singular de que las grandes reformas se han conquistado fuera de la órbita parlamentaria, "gracias al furor del pueblo". Han sido auténticas revoluciones pacíficas, "pero que se detienen a mitad de trayecto, y no hay nada peor que una revolución incompleta".

Explica Segni que su movimiento cuando fue fundado tenía dos objetivos: rediseñar las instituciones para llegar a un Estado fuerte con un Gobierno elegido directamente por los ciudadanos y dar al país una clase política nueva que sustituyera a la que fue destruida por los escándalos y los procesos. El primero lo encarrilaron, tras lograr con una aplastante victoria plebiscitaria la elección directa de alcaldes por sufragio universal, pero no consiguieron la extensión de esa reforma hasta los máximos órganos del Estado. Respecto al segundo objetivo, admite con amargura que han sido derrotados. La esperanza la pone precisamente en las administraciones locales y de ahí cree que saldrá la nueva clase dirigente.

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