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Una banda de cabezas rapadas persigue y apalea a un inmigrante marroquí

Jan Martínez Ahrens

No les gustó su color de piel. Una banda de seis cabezas rapadas insultó, persiguió y apaleó el sábado a un marroquí que paseaba por la plaza de Carabanchel. La víctima, al recibir los primeros golpes e insultos, huyó a la carrera y se refugió en el servicio de un bar cercano. Los rapados, en motocicleta, llegaron hasta el establecimiento. Un últra, fuerte y rubio, entró en el local, derribó la puerta del servicio y durante 10 minutos se ensañó con el marroquí. Luego huyó con sus camaradas. La policía, con ayuda de la víctima, les detuvo esa tarde, mientras se jactaban en un bar. "Casi le matamos", decían.

A las 16.30, el marroquí paseaba junto con un compatriota por la plaza de Carabanchel, un lugar donde se levanta un edificio custodiado del Ministerio del Interior y donde tienen sede tres sindicatos policiales. En un banco estaban sentados seis cabezas rapadas, con edades comprendidas entre los 18 y los 23 años. Los dos inmigrantes pasaron a su lado. Los ultras, siempre según la versión policial, empezaron a insultarles. Los marroquíes apretaron el paso. De poco les sirvió. Los rapados se levantaron y la emprendieron a empellones con los dos jóvenes, que se lanzaron a correr.Un marroquí se zafó de sus perseguidores -subidos en un Seat Ibiza-, y el otro, tras recorrer el final de la Vía Carpetana, buscó refugio en un bar esquinero, donde sólo se encontraba el propietario.

"iQue me quieren pegar, auxilio!", recuerda el dueño que gritaba el marroquí. Acto seguido, el perseguido se ocultó en el servicio, situado al final de un oscuro pasillo.

A los pocos segundos llegaron los rapados. Eran dos. Iban en moto. Uno quedó fuera, a la espera; otro entró. "Era un joven muy corpulento y rubio, daba miedo", indicó el dueño del establecimiento.

El agresor se metió en el servicio y tumbó la puerta a patadas. La víctima, aterrorizada, agarró la tabla de la puerta y la usó como escudo bajo la lluvia de golpes. El propietario del bar llamó por teléfono a la policía (091), "Dentro, en los servicios, sólo se oían los quejidos del pobre chaval".

Tras la paliza, el rapado se marchó en la moto. La víctima, con una ceja partida y contusiones por todo el cuerpo, esperó a la policía. Casi una hora después, una patrulla localizó a los agresores en un bar de la cercana calle de Guabairo. Bebían confiados. "Casi lo hemos matado", se jactaba uno ante sus compañeros. A la puerta tenían la motocicleta y el Seat Ibiza.

La víctima, acompañada por los agentes, reconoció a la banda. Fueron detenidos. El rubio, al subir al coche policial, lloraba y decía que él no había hecho nada. A los detenidos se les intervino un bate de béisbol, dos cartuchos de rifle, tres armas blancas y 50 pastillas de éxtasis.

Según la policía, no es la primera vez que se les arresta. Ángel V. M., de 22 años, tiene un antecedente policial por tráfico de drogas; Ángel R. M., de 18, posee cinco antecedentes, dos de ellos por lesiones y tráfico de estupefacientes, y Juan Carlos S. R., de 21 años, nueve antecedentes. Los otros tres -David M. O., de 23 años; Adolfo LI. S., de 19, y Luis H. S., de 22- carecen de historia policial.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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