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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Anuncios en la carretera

Cuando apareció en la prensa, hace tiempo ya, que los anuncios publicitarios estarían prohibidos en la carretera, y hasta iban a sacrificar los famosos toros, yo creí -inocente de mí- que nos veríamos por fin libres de tanto horribe anuncio. Se indultó al toro, cosa que me pareció bien, pues ni es ofensivo ni ensucia y era parte de nuestra geografía.Pero cuál no sería mi desagradable sorpresa al ver que poco a poco nos iban invadiendo toda clase de vallas publicitarias -hay una nueva, altísima, llamada Monoposte- que nos tapa hasta el cielo. Las hay en las autopistas, en las entradas a Madrid -sobre todo en la entrada por la carretera de Burgos-, en unos puntos donde hay que poner mucha atención a la autopista misma.

Pero el Ayuntamiento de Pozuelo se lleva la palma y coloca grandes cantidades de ellas en las nuevas carreteras o autovías, precisamente en los cruces donde el automovilista no debería ser distraído. También las colocan en campos, emparedando árboles y convirtiendo el campo en un descampado cuando no en un vertedero.

Quisiera denunciar unas cuantas en Madrid epecialmente ofensivas, aunque estoy segura de que habrá muchísimas más: dos enormes en el Puente de los Franceses, tapando una bonita construcción con árboles de las caballerizas del Ejército. Otras que han aparecido en la M-30 por la parte baja de Moncloa, unas horrorosas situadas en un bonito pinar en dirección a la Dehesa de la Villa. ¿Para qué sirve gastarse tanto dinero en la jardinería para embellecer un lugar y después estropearlo dándole un aire tercermundista de provisionalidad, de obra sin terminar? ¿No es suficiente con el tapizado de anuncios por toda la ciudad, que no otra cosa son los famosos chirimbolos? Por favor, autoridad competente, el sufrido y consumidor ciudadano promete ser bueno y comprar licores, tabaco, artículos rebajados o sin rebajar; pero no queremos que nos lo recuerden a todas horas y en todas partes, envileciendo y ensuciando nuestro entorno y nuestra querida ciudad.

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