Una ópera videografíca conmemora esta noche la muerte de Goya
Caprichos, Desastres de la guerra, Disparates... Las obras más características de Francisco de Goya, vertebradas con humor partiendo del surrealista encuentro y traslado de sus restos desde Burdeos hasta España, aparecen en la ópera videográfica Goya, pintar hasta perderla cabeza, dirigida y escrita por el zaragozano Emilio Casanova y en cuya producción ha participado Canal +. Con esta emisión (a las 23.35), dentro de Pieza Extra, la cadena conmemora el 250º aniversario de la muerte del genial pintor.
"Ése cráneo no se ha perdido sino que está transubstanciado en todos los cerebros, como un mortero de brujería", dice el narrador de Goya, pintar hasta perder la cabeza, una producción en la que su autor, el aragonés Emilio Casanova, juega con la locura histórica y burocrática que envolvió la vida y la muerte de su paisano.Esta ópera está estructurada en cuatro actos enlazados por un narrador-provocador. que aparece con aires de mago Mandrake y de fotógrafo del siglo pasado. Pinturas de Goya ampliadas o fragmentadas; textos incisivos (del propio pintor y de Moratín, Jovellanos, Cadalso, Baudelaire, Paul Hazard, André Malraux, Ramón Gómez de la Serna, José Bergamín y otros autores); música intimista o dicharachera, creada por José Luis Romeo; teatro, danza, opereta... Todos estos elementos, adobados con virtualidades tecnológicas tanto en la producción como en el montaje, sirven para expresar una realidad que llegó a superar la ficción.
En 1880, el cónsul de España en Burdeos, Joaquín Pereyra, inicia los trámites para expatriar a España el cuerpo de Goya, que él descubrió en el cementerio de esa ciudad francesa, donde el pintor yacía enterrado junto a su amigo Martín Goicoechea. Tras veinte años de gestiones -con exigencias gubernamentales de abaratar los cosies del traslado- Goya llega por fin en cuerpo y alma a Madrid.
Casualidades
Pero falta un detalle (descubierto al exhumar los restos, en 1988): Goya no tiene cabeza. Suponiendo que ese cuerpo sea el suyo. El señor Pereyra y los presentes en la exhumación dedujeron la procedencia de los ilustres huesos "por lo grueso de sus tibias". Y otra casualidad rodeó la cabeza: el hallazgo de un cuadro de Dionisio Fierros, pintor de unos marqueses residentes en Burdeos, con la inscripción Calavera de Goya. El peculiar retrato había sido hecho en 1849, veinte años después de la muerte del propietario de la cabeza y cuarenta años antes de descubrirse su falta. La viuda del pintor -se cuenta en esta película- dio fe de la veneración del objeto por parte de su marido y del experimento de un hijo estudiante de medicina: para separar los huesos del cráneo lo llenó con agua y garbanzos. Goya estalló para la posteridad.
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