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El Betis apaga el piloto automático

Los equipos acostumbrados a vivir al borde del precipicio funcionan de forma imprevisible. Lo normal es que se vean tentados de convertir su área en el camarote de los hermanos Marx, una reacción arriesgada y, las más de las veces, inválida para sumar. El Albacete no recurrió a la recién bautizada como táctica del murciélago, esto es, todos colgados del larguero de su propia portería. Iñaki Saez llevó al Villamarín un modelo honrado. Su equipo desafió a la ley de la gravedad. Se plantó en Villamarín con la intención de reprimir la ansiedad del Betis, uno de los equipos más luminosos del último tramó del campeonato. El Betis perdió ayer la racha. Apagó el piloto automático. Y fue cuando el partido languidecía, en un final agónico plagado de sucesos: en los seis minutos que descontó Gómez López, llegó la remontada albaceteña. El equipo de Serra Ferrer asistió perplejo.La osadía albaceteña preparó un partido resultón. El Albacete condujo el balón con aseo mientras respondió su pareja de timoneles: Bjelica y Zalazar. El Betis tardó en digerir el partido que le había cocinado su adversario, inopinadamente ofensivo. Anduvo el equipo de Serra Ferrer algo desconcertado, explotando opciones fuera del guión: a la contra. Se alzó entonces la figura de Jarni. El croata rompió su banda, la izquierda, a base de potencia y clase. Fue el futbolista más sensato del Betis. Él abrió el marcador, aunque fue en una jugada a balón parado. Después, sólo dos minutos después, protagonizó un fogonazo que deslumbró a la defensa manchega en pleno: con un golpe de riñones abandonó a su suerte a Manolo y Brau, tocó el balón como un guante y Alfonso culminó la faena.

El Albacete no se fue por el sumidero del nuevo orden impuesto por Jarni. Revivió el partido. Al filo del descanso, con un gol de Luna, preparó una segunda parte solemne. Los manchegos se habían ganado el derecho a la vida. El Betis pudo marcar algún más, pero acabó muriendo de dos zarpazos cuando se jugaba el descuento.

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