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Tribuna:EL SECTOR SERVICIOS Y LA ECONOMÍA
Tribuna
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El impacto real del turismo en Exspaña

El autor profundiza en los resultados de una reciente investigación sobre el sector turístico que permiten apreciar sus dimensiones y su impacto real en la economía española

Aunque ya es un viejo debate, todavía resulta frecuente escuchar opiniones que defienden con mayor o menor fortuna la idea de que los sistemas económicos avanzados no pueden ser principalmente productores de servicios. Frente a esta postura, las actividades terciarias vienen demostrando desde hace ya muchas décadas el importante papel que representan para el empleo Y el crecimiento de las economías de los países más avanzados. En España, las actividades turísticas, en especial, constituyen un buen ejemplo de estos éxitos no correspondidos. Con mayor estabilidad que la industria, el turismo se comporta año tras año como una de las actividades estratégicas de la economía española. Entre otras aportaciones, contribuye a sostener y crear empleo, impulsa la producción, capta divisas, atrae inversión exterior, compensa nuestra frágil balanza de pagos y genera rentas.

Desdejuego, ninguna de estas contribuciones es desconocida para nadie. No hace falta ser economista para darse cuenta de ello. Pero son realidades que ignoramos en más ocasiones de lo recomendable.

La naturaleza inmaterial y multisectorial del turismo permite comprender con bastante claridad el porqué de la persistencia de este relativo menosprecio. Su carácter, en alguna medida inaprensible y difuso (¿qué entendemos por turismo, en realidad?), dificulta su delimitación conceptual, su medición estadística y, en consecuencia, el enjuiciamiento de su contribución a las economías. Si no se reflexiona con cierto detenimiento es fácil incurrir en el error de considerar al turismo como una ocupación algo etérea, complementaria y carente de excesivo valor.

La tabla input-output de la economía turística española 1992 es una reciente investigación económica llevada a cabo conjuntamente por la Secretaría General de Turismo y un equipo de expertos que permite cubrir estas lagunas y medir el impacto real del turismo sobre la economía.

El espacio disponible no permite exponer con detalle la metodología y los resultados del trabajo. Sin embargo, creo que algunas de sus principales conclusiones permiten ver la verdadera posición que ocupa este complejo de actividad en España.

El volumen de la demanda turística, el tipo de recursos que se utilizan para satisfacerla y su estructura por orígenes son algunas de las primeras cuestiones que merecen alguna atención.

El consumo turístico que realizan las familias residentes y no residentes en sus desplazamientos por España alcanzó en 1992 más de cinco billones y medio de pesetas, cantidad semejante a la producción de toda la industria alimentaria española en idéntico año. A diferencia de otras demandas, que exigen para su satisfacción directa un considerable volumen de importaciones finales, el gasto turístico directo se cubre casi en su totalidad con producciones interiores. Solamente cinco pesetas de cada cien de demanda turística se fugan al exterior. Sirvan como posibles elementos de contraste el consumo privado de automóviles, que se satisface en un 56% mediante importaciones finales, o los productos textiles, cuya demanda privada no turística se cubre directamente en un 29% a través de los recursos exteriores.

Otra realidad que suele pasar desapercibida al referirse a las actividades turísticas es el importante peso que ocupa el gasto de los residentes en el total del consumo turístico anual. Aunque los ingresos derivados del turismo extranjero concentran más atención, conviene subrayar que el gasto de los hogares españoles en turismo es superior en volumen, y posee, además, superiores efectos multiplicadores. En 1992, los resistentes en España gastaron en turismo más de tres billones, frente a 2,5 billones de los extranjeros. A la vista de estos datos, el turismo interior parece ser acreedor de una mejor consideración.

En cualquier caso, un hecho que también está muy claro es que el impacto económico de la demanda turística se extiende mucho más allá de estas cifras iniciales. Es fácil darse cuenta de que los efectos de cualquier tipo ¿te demanda no terminan en su simple satisfacción directa. Las empresas que cubren en primera instancia ese aumento de demanda final necesitan aumentar los pedidos a sus proveedores para generar la producción adicional que se les solicita. A su vez, estos proveedores tendrán que repetir idéntica secuencia debido a esta demanda intermedia incremental. Por tanto, las verdaderas repercusiones de cualquier aumento de la demanda final sólo se podrán evaluar acumulando los efectos generados por este proceso iterativo y dinámico.

Otro aspecto importante que clarifica la nueva tabla input-output del turismo es la estimación de los efectos multiplicadores desencadenados por la demanda turística. De acuerdo a estas estimaciones, el conjunto del sistema económico produce, directa e indirectamente, algo más de 161 pesetas por cada 100 de demanda turística. Más importante aún es comprobar que estas 100 pesetas permiten a nuestra economía generar 91 de valor añadido bruto o renta. Estos coeficientes, que pueden alcanzar valores similares para otros tipos de demanda, no deberían ocultar otro hecho aún más relevante. De estas 91 pesetas de valor añadido originado por la demanda turística, algo más de 53 son producidas por actividades que, en principio, poco tienen que ver -en apariencia- con la hostelería, el alquiler de inmuebles, la restauración, las cafeterías, los bares, los transportes o las agencias de viaje.

Citar algunos ejemplos particulares de estos resultados agregados ayudará a comprender que los efectos del turismo se difunden por todo el sistema productivo. De estas 53 pesetas, más de 11 proceden del comercio, siete de las actividades financieras, seis del complejo agroindustrial, más de cinco de la energía, y cuatro de los servicios que se prestan a las empresas. Podríamos seguir estas cifras en cascada hasta cubrir con diferente intensidad la práctica totalidad del tejido productivo.

Téngase en cuenta que este fenómeno difusor de la actividad turística se produce, como es lógico, en otras macromagnitudes de la economía española que son objeto de especial preocupación. Cuotas no despreciables del - empleo, los salarios, los excedentes brutos empresariales y las cotizaciones sociales españolas proceden de la demanda turística. Queda claro, por tanto, que detrás de los camareros, cocineros y recepcionistas viven y trabajan obreros, directivos de las finanzas e ingenieros de alta tecnología.

Acumular estos efectos directos e indirectos del gasto turístico permite, de acuerdo a las recomendaciones internacionales, delimitar conceptual y estadísticamente la economía turística y reflexionar sobre el papel que representa.

De acuerdo con estas convenciones internacionales, la tabla turística estima la contribución económica del turismo, en 1992, en más de nueve billones de pesetas de producción (casi el doble de la agrícola), cinco billones de valor añadido bruto (una cifra semejante a la de la construcción), o más de un millón de empleos (aproximadamente el doble de los ocupados conjuntamente por las industrias químicas, el materia de transporte y la maquinaria agrícola e industrial). Para terminar de hacemos una idea del tamaño de estas cifras basta comprobar que sus pesos respecto a las homólogas de España rondan el 10%, porcentaje similar al que representa, por ejemplo, toda la economía de la Comunidad Valenciana dentro de la española.

Estas contribuciones y su contraste con algunos acontecimientos cotidianos permiten concluir que debieramos preocuparnos más por el turismo. Consideramos normal que los turistas lleguen temporada tras temporada a nuestro país y nos autoconvencemos de lo racional de su decisión: el clima, nuestros paisajes, las playas, nuestra alegría, la estabilidad social... Sin dejar de reconocer estas ventajas comparativas, hay que plantearse que es necesario mantenerlas día a día y, más importante aún, que debemos convertirlas en ventajas competitivas.

El fenómeno turístico parece cómodamente instalado, sin que nos merezca la atención que le corresponde. Supongo que si ' casualmente, las. exportaciones de material electrónico alcanzaran algún año las exportaciones turísticas actuales el hecho sería altamente celebrado.

Estas reflexiones sólo quieren llamar la atención sobre algo bastante evidente, pero a menudo olvidado: los sistemas económicos avanzados se han caracterizado siempre por la interdependencia, no sólo desde el punto de vista del funcionamiento de las economías, sino también desde la óptica territorial y social. Olvidar que las. empresas viven al abrigo de la salud de otras actividades aparentemente lejanas puede conducir a cometer costosos errores.

Evidentemente, el turismo no sólo afecta a las grandes cuestiones macroeconómicas, sino que incide directamente sobre la calidad de vida de los individuos. Por ello, esta actividad, como cualquier otra, ya sea terciaria, agrícola o industrial, que ponga de manifiesto la interdependencia de los fenómenos sociales debiera ser objeto de un mayor reconocimiento social y de una atención político-económica prioritaria.

Juan R. Cuadrado Roura es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá.

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