Pekín pierde en las urnas de Taiwan
LA ABRUMADORA victoria electoral otorgada por los taiwaneses a Lee Teng-hui, que convierte a éste en el primer presidente democráticamente elegido de la milenaria historia china, es toda una derrota de Pekín. El 54% de los votantes de Taiwan dio su apoyo al presidente Lee, convertido por el régimen de Pekín en el principal enemigo a batir con su diplomacia de cañoneras y amenazas masivas.Aunque la victoria de Lee era previsible, sus proporciones demuestran que las maniobras militares de la China continental en las costas taiwanesas han sido contraproducentes para Pekín. Han logrado unir a los taiwaneses en la defensa de su soberanía y de las recién estrenadas libertades democráticas, han cohesionado a las fuerzas moderadas, tan contrarias al, aventurerismo que supondría la proclamación de la independencia como a su subordinación a un régimen represor como el de Pekín. La opción declaradamente independentista solo logró el 21% de los votos, frente al 33% que había logrado en las últimas elecciones.
Con la elección del presidente, Taiwan culmina su proceso de transición política desde el régimen autoritario del Kuomintang a una de las democracias más prósperas del sureste asiático. Precisamente el tipo de sociedad abierta y rica que más puede molestar a sus puertas al régimen de Pekín, porque es la prueba más evidente del fracaso del modelo político propio. La gerontocracia comunista china, nerviosa ante la previsible desaparición inminente de su líder Deng Xiaoping, ha intentado coaccionar a los taiwaneses con sus demostraciones de fuerza militar y sus amenazas. Y ha fracasado.
Taiwan busca desde hace años una fórmula para lograr adecuar su papel internacional a su creciente peso económico. Y aunque la doctrina oficial mantiene aún que es parte integrante de China, con la que habría de unirse cuando desaparezca el régimen comunista en el continente, la falta de toda intención democratizadora de Pekín está llevando a las nuevas generaciones de taiwaneses a la convicción de que los caminos de las dos Chinas deben separarse definitivamente.
Por desgracia, Pekín no parece entender que la mejor forma de trabajar hacia la reunificación china está en seguir el ejemplo de Taiwan y emprender una democratización de las instituciones paralelamente a la liberalización económica. Lo que sí sabe desde ayer es que para destruir la nueva democracia taiwanesa no basta con amenazas. Tendría que invadir la isla. Pero la nueva agresividad le hace ignorar al régimen comunista chino que esto tendría un muy alto precio.
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