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FUTBOL 31ª JORNADA DE LIGA

El Barca exprime el marcador

Un gol de Roger revitaliza al equipo azulgrana y esteriliza al Compostela

Ramon Besa

No hay mejor refugio que el hogar cuando en campo ajeno silban las balas. Cosido a goles en Mestalla y Montjuïc, el Barça se dio un respiro en el Camp Nou. Jugar en el estadio es un alivio para un grupo de andar por casa. Un seguro de vida. Un abrigo en este maldito invierno. Es incluso la mejor garantía para un equipo que gatea por la Liga a la espera de que el líder se despeñe víctima del puño de Gil. Despachado el Compostela con otro gol a la salida de una falta, el colectivo de Cruyff se frota hoy las manos expectante ante el saldo de la visita del Atlético a Mérida. La presión es para el líder y el oxígeno corresponde al Barça.El equipo azulgrana se sacude los partidos de casa con gran regularidad. Lo mejor de cada jornada es el resultado. Le cuesta Dios y ayuda resolver, vive colgado en el alambre, pendiente del reloj, dignificando el porte del contrario. Prácticamente nunca llega ese segundo gol que aclara cualquier partido, que da tranquilidad al equipo y que permite al hincha soñar con poder ver un partido en paz. Pero gana.

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El Compostela salió de la claustrofobia y vulgarizó al Barça largo rato. Le robó el campo y el balón y montó un rondo. El grupo gallego redujo el campo a la mitad: subió la línea defensiva hasta la divisoria, achicó los espacios y dejó al contrario en situación permanente de fuera de juego. El confusionismo barcelonista contrastó con la clarividencia del colectivo que dirige un entrenador con aspecto de profesor de química. La hegemonía del equipo de Fernando Vázquez resultó insultante para el contrario. No tuvo el Barça ni ni toque para ligar una jugada ni velocidad para desequilibrar. Estuvo tirado en la cancha a merced de Nacho, Fabiano y Mauro.

La falta de precisión y recursos azulgrana irritó a la hinchada. No es de recibo que un grupo manejado por Cruyff no sea capaz de tirar una pared, correr un balón al espacio libre, explotar una carrera, pintar una diagonal y combatir la espesura. La presión del Compostela sonrojó tanto al Barça que le dejó sin botas. Pareció el Barça un colectivo de jornaleros sin ningún gusto por el cuero. Ni un detalle técnico que retener. La grada se sulfuró tanto que acabó por obligar a Cruyff a remover el equipo y retirar a Kodro. El bosnio simboliza hoy la frustración del Barça por querer ser y no poder.

La entrada de Hagi atemperó algo la contienda. Fue un momento. El Barca acabó por aplaudir desde su guarida el juego aseado del rival. Nunca temió a un Compostela jugando en ataque continuo. Le respetaba como rey de la fórmula del contraataque: velocidad + efectividad = victoria. No le preocupaba, en cambio, que manejara el balón. La gallardía del colectivo forastero acabó en el balcón del área. Pendiente del rival, vivió el Barça de la tensión defensiva: el objetivo fue en cada acción reducir el riesgo de encajar un gol antes que aumentar las posibilidades de sentenciar.

El único elemento que perturbó el interés visitante y la concentración local fue el colegiado, López Nieto, que dejó con 10 al Compostela.

El segundo tiempo fue controlado por el fútbol negativista del Barça. Falto de chispa, de jugadores que tomen la iniciativa y de recursos ofensivos, el grupo de Cruyff triunfó por la solidez con la que exprimió hasta las últimas consecuencias un gol tempranero que le permite seguir enganchado a la Liga. Nada nuevo por el Camp Nou.

Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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