"Estamos en el cielo"
"Estamos en el cielo". Ese fue el grito de todos los integrantes del Taugrés-Baskonia cuando el reloj del pabellón Araba se puso a cero. En ese momento Manel Comas, el técnico, desapareció a vestuarios. Dejó el protagonismo para el equipo. Los aficionados basconistas tuvieron el detalle de dedicar unos minutos al PAOK, con gritos de ánimo a su afición. Comenzaba una larga noche. A las 21.15, Vitoria acababa de estallar.El puertorriqueño Ramón Rivas, uno de los protagonistas de la noche dedicó el triunfo a su familia. "Esto es importantísimo para mí. Posiblememnte sea mi último año en Vitoria", dijo, "y yo no me podía ir de aquí sin este título. Recuerdo a mi familia en este momento, que es quien me da la fuerza para estar aquí, peleando". Reyes sólo acertó a decir: "Ésta es la verdadera recompensa". Y Perasovic añadió: "A la tercera va la vencida".
La otra cara de la moneda era el entrenador del PAOK, Zeljko Lukajic. "Es un poco difícil reaccionar y estar calmados", declaró en la conferencia de prensa posterior al partido, "pero espero que podamos jugar mejor otros encuentros".
Manel Comas, el entrenador del Taugrés, tuvo las primeras palabras para los jugadores que participaron en dos finales y ahora ya no están como Pablo Laso, o Rafa Talaverón, e incluso para su segundo entrenador, y además rindió tributo al Paok. "Es un gran equipo y hemos tenido que pelear duro para ganar". Analizó el partido en dos fases. La primera parte "en la que tuvimos muchos problemas con el perímetro", y una segunda en la que "pudimos controlar al PAOK gracias a un Ramón impresionante y a gente que con pocos anos y experiencia han rendido como grandes jugadores. Hemos ganado gracias al corazón, algo intangible que hoy ha sido mucho en el campo", concluyó.
El lehendakari José María Ardanza se sumó a la fiesta en el centro del campo para ponerle voz al sufrimiento. "He sufrido", dijo. "Sobre todo en la primera parte. Pero merecían ganar".
La fiesta
Los ecos de la victoria iban de un lado a otro como locos. Era ya media noche, habían pasado más de dos horas desde que el marcador del Pabellón Araba se quedó clavado en 88-81 para los de Vitoria, y todavía la fiesta no había hecho más que comenzar. Los focos del incendio baloncetístico amenazaban con arrasar la ciudad. Los aficionados al deporte de la canasta recibieron ayer el premio que se resistía y sacaron a relucir el gas que había estado comprimido a lo largo de tres finales. La fiesta continuará hoy, a partir de las 20,15 horas, donde los jugadores serán recibidos como ya es tradicional en la plaza de la Virgen Blanca, pero esta vez con la copa. La victoria supuso además la renovación automática del contrato del equipo con el patrocinador cerámicas Taulell por varios años más, y una promesa del presidente del club, Josean Querejeta, de que Ramón Rivas, cuyo contrato acaba esta temporada, "acabará sus días deportivos aquí".
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