Juicio al 'apartheid'
LA SEDE del Tribunal Supremo de la localidad surafricana de Durban fue ayer escenario de un hecho sin precedentes en Suráfrica. El ex ministro de Defensa Magnus Malan y otras 19 personas, entre ellas el ex jefe del Ejército, el ex director de los servicios de información militares, varios generales y un vicealmirante, se sentaron en el banquillo de los acusados, implicados en el asesinato en 1987 de 13 miembros del Congreso Nacional Africano y en la creación de escuadrones de la muerte. La vista se convierte en el primer proceso de la democracia contra el régimen de segregación racial del apartheid.
Es un juicio tan necesario como delicado. Necesario porque, pese a la política de perdón y reconciliación impulsada por el presidente Nelson Mandela, las decenas de millares de víctimas concretas del sistema represivo del apartheid y, en general, la población negra de Suráfrica necesitan que, aunque sólo sea una vez, se investigue y juzgue públicamente los métodos utilizados en la represión y el crimen de Estado del pasado régimen. Pero es delicado porque. provoca sin duda fuertes irritaciones en la comunidad blanca de los afrikaners, de la que la Suráfrica de Mandela está muy necesitada para conseguir que el país siga creciendo económicamente y a partir de ahí obtenga un reparto de la riqueza más justo entre las diversas etnias.
Consciente de que la paz interétnica es aún frágil, Mandela impulsó la creación de la llamada Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Presidida por el arzobispo Desmond Tutu, debe atender las denuncias sobre violaciones de derechos humanos en la época del apartheid, Pero los acusados que reconozcan los hechos probados y manifiesten arrepentimiento tienen garantizado el perdón. El caso Malan, no obstante, escapa a los trabajos de la comisión, puesto que había sido puesto en marcha de antemano por la fiscalía del Tribunal Supremo de Durban. Aunque si Malan y los otros generales son condenados, siempre podrán apelar al espíritu que alienta a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Malan se declaró ayer no culpable cuando escuchó el acta de acusación, que le responsabiliza de haber participado en la decisión, adoptada en 1985, de. formar y armar escuadrones de la muerte del partido zulú Inkatha para enfrentarse al entonces prohibido ANC. Pero la fiscalía cree tener pruebas de la implicación de todos los acusados en el asesinato de las 13 personas de KwaMahutha. En las próximas semanas, los generales y la opinión pública surafricana van a escucharlas.
El final consensuado de un régimen totalitario provoca siempre un conflicto entre la necesidad de reconciliación y la sed de justicia. Suráfrica sienta ahora en el banquillo, más que a los mandos uniformados de la época más dura del apartheid, al régimen por el que están acusados de matar. La casuística `es amplia, pero, como dice Mandela, el perdón no puede significar en ningún caso el olvido.
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