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Los nuevos barrios suman tres hipermercados más en la capital

Los nuevos ensanches de Madrid salen del atolladero de la discusión urbanística y política de los últimos dos años y entran en el del debate sobre su diseño. Una vez que los gobiernos del PP de la Comunidad y el Ayuntamiento han firmado el convenio para construir 66.712 viviendas en los próximos años, se abre la polémica sobre el tipo de ciudad que heredarán los niños madrileños, que tendrán al menos tres hipermercados más.

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Las críticas de los urbanistas consultados apuntan sus flechas hacia la disposición de las calles en cuadrícula, el predominio de la manzana cerrada o la falta de un planteamiento general sobre el tipo de ciudad y, por tanto, de sociedad que se genera, y sus comunicaciones con el centro urbano y las nuevas áreas de atracción económica de la periferia. El Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (MOPTMA) ya ha expresado su preocupación por los futuros enganches de los barrios a la M-40, según reconocen los responsables de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que ya se queda pequeña en muchos puntos.Cada nuevo barrio (Carabanchel, Las Tablas, Sanchinarro, Montecarmelo y Vallecas Villa) tiene un acceso a la autovía de circunvalación y el MOPTMA teme que la incorporación de coches cada pocos kilómetros dificulte el tráfico. Para aliviar una posible saturación en el sur, la Comunidad de Madrid impone una autovía (M-45) que parte el nuevo Vallecas.

Todos los ensanches disponen de al menos una estación de metro, pero en opinión de Ramón López de Lucio, profesor de la Escuela de Arquitectura, se trata de un "maquillaje". "No se ha estudiado seriamente qué conexiones son necesarias, habrá pocos movimientos radiales, así que lo mejor sería que se construyese una red circular de transporte público, tren o metro, para unir los nuevos barrios con las zonas de atracción económica que surgen, como la Ciudad Aeroportuaria".

López de Lucio considera, aunque pueda extrañar, que los nuevos barrios tienen pocas viviendas. Cree que el paisaje de los ensanches se parecerá más al entorno de Arturo Soria que a la ciudad tradicional. "Zonas predominantemente residenciales donde los vecinos cogen el coche para todo porque no hay comercios en los bajos de sus casas y van a grandes centros comerciales", resume.

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Más dispersión

Vallecas, Carabanchel (en el sur) y Sanchinarro (norte) tendrán cada uno un gran hipermercado. López de Lucio considera que se fomenta la dispersión de la población, de modo que se incrementa la dependencia del coche. Más que en las implicaciones que tienen sobre la movilidad los nuevos crecimientos, el arquitecto y ex gerente de Urbanismo Enrique Bardají critica la forma que tomará lo que ahora es campo cuando comiencen a surgir calles y edificios: "Sospecho que será una ciudad monótona, aburrida, poca diversa", vaticina.

"No es de recibo que a estas alturas del siglo XX se dibujen patios de parcela como sucede en dos barrios del norte", dice en referencia a los normalmente estrechos y poco higiénicos espacios traseros entre edificios. Y vitupera la extensión indiscriminada de las calles en cuadrícula típicas del barrio de Salamanca. "En el siglo XIX tenía otro sentido, pues existía un zócalo comercial en los bajos que es inviable en la estructura comercial contemporánea con la previsión de población que se hace para los nuevos barrios", explica.

"Además, existía una diversidad de clases en un mismo edificio: la portera, en el bajo; la aristocracia y alta burguesía, en el principal, y obreros en los pisos superiores", añade Bardají.

"A todo el mundo le gusta el barrio de Salamanca", sentencia a la contra el autor del diseño del ensanche de Carabanchel, Juan Barrado. (Bardají considera que el dibujo de Barrado es el que tiene más riqueza de los proyectos para los ensanches).

Los proyectos que conforman uno de los dos grandes crecimientos del sur combinan la manzana cerrada (edificios rectangulares de alturas diferentes alrededor de un gran patio comunal pero privado) con el bloque abierto (aislado, como los de Moratalaz). Y así hace aparecer pequeñas unidades de barrio que giran en torno a zonas verdes y dotaciones públicas (guarderías, por ejemplo) pero que a su vez permiten que la comunidad de vecinos de cada edificio tenga su propio jardín.

Las pequeñas zonas verdes tienen un gran coste de. mantenimiento para el Ayuntamiento; en Moratalaz sucede que hay un montón de pequeños jardines de los que nadie quiere hacerse cargo. La gente tiene que saber qué es suyo y qué no". Barrado ha mantenido la disposición ortogonal de las calles: "Pero con rupturas", matiza.

Los tres urbanistas consultados coinciden en observar una falta de reflexión en su profesión (de la que no se excluyen) sobre la forma de la ciudad. "Que una ciudad sea bonita o fea depende de cómo la diseñemos", señala Bardají. "En los últimos años nos hemos dedicado a debatir los modelos de gestión del urbanismo, la remuneración a los propietarios de los suelos o las características de las infraestructuras y nos hemos olvidado la belleza".

Falta de reflexión

Barrado coincide en ese diagnóstico sobre la falta de reflexión teórica en la práctica urbanística madrileña, y ambos rompen una lanza por la recuperación del movimiento moderno que tuvo en Le Corbusier su bandera y propugnó el bloque aislado. "Es necesaria una relectura de los modernos, cuya influencia tuvo resultados muy negativos en determinados casos; hay que contextualizarlo", señala Bardají, que propone una mayor integración de los grandes equipamientos de las ciudades (universidades, centros de distribución).

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