Megatomba
La estrella italiana volvió a deslumbrar y ganó su segundo título en el eslalon
El sueño de unos Campeonatos del Mundo, algo difícil de volver a ver en muchos años en España, termino ayer. Y no lo pudo hacer con mayor gloria. Alberto Tomba ganó su segunda medalla de oro y repitió la hazaña de los Juegos Olímpicos de Calgary 88,. donde se sin uso por primera vez en el gigante y en el eslalon. Su carisma y su calidad volvieron a deslumbrar. Su historia de amor y odio con Sierra Nevada no pudo tener un final más feliz. Sexto tiempo en la primera manga, hizo otra de sus exhibiciones en la segunda y no dio opción. La Bomba, como rezaba una pancarta en la meta, fue ya Megatomba. El austriaco Reiter, segundo y el suizo Von Gruenigen, tercero, expresaron claramente en el último podio la inferioridad centroeuropea en los campeonatos ante la potencia italiana, que se llevó cuatro títulos.
La vergüenza, mientras miles de personas abarrotaban la línea de meta y muchos aficionados extranjeros animaban a sus corredores y Tomba formaba su espectáculo, la volvía a pasar el esquí español. En unos campeonatos organizados en casa, el único participante, Ovidio García, se cayó en la primera manga y ni siquiera hubo representación en el desenlace. Paco Fernández Ochoa, trabajador incansable por el éxito de estos Mundiales, encarnó toda la nostalgia de tiempos pasados que sí fueron mucho mejores y entregó el día de su cumpleaños la bandera del relevó a la próxima sede, la italiana de Sestriere 97.
Lo mismo que Tomba en el gigante, el noruego Jagge. aprovechó el dorsal número uno para hacer el mejor tiempo en la primera manga. Es curioso cómo se ha repetido esto en los Mundiales, pues hasta el sueco Patrik Jaerbyn que hasta el momento no había pasado de los cuartos puestos en grandes competiciones, logró la plata en el supergigante tras bajar en primer lugar. Pero no sólo sirve tener un trazado limpio para hacerlo bien" sino pasarlo cuando no tienes referencias. Y Jagge fue quizá el único de los primeras series que no cometió errores.
El marcaje de 60 puertas no fue muy selectivo para los mejores (sólo quedaron eliminados tres de los 15 primeros), la pista tampoco permitía fallos si se iba al límite. Otro austriaco, Thomas Sykora, tercero en la Copa de esta temporada, tras Amiez y Tomba, siguió la decepcionante norma de su país en los campeonatos y se fue al apurar al límite en una puerta a derechas.
Tomba fue más a asegurar y ello le llevó al sexto puesto, pero a menos de un segundo, 81 centésimas. Y eso que en el primer muro, arriba, hizo ocho centésimas me nos que Jagge. En el comienzo también superaron al noruego Reiter, Amiez y el esloveno Kosir, otro gran especialista, pero no tu vieron su fuerza al final. Tomba no quiso arriesgar y tampoco tenía ganas, como es su costumbre, pues a un viva la vida como él lo que menos le gusta del esquí son los madrugones. Y las primeras mangas son a las nueve y media (de la madragada, según su definición). Todo, quedaba abierto para la segunda. No tenía mucha con fianza, pero incluso cambió de botas, algo que nadie salvo él haría. La Bomba, sin nada ya que perder tras haber cumplido su reto de ganar un título mundial en el gigante, se la podía jugar a su explosiva y habitual manera.
Y eso hizo. No lo tenía nada fácil, pero su ritmo volvió a ser impresionante con esa capacidad asombrosa que posee para cambiar los apoyos como si sus 92 kilos fueran una pluma. Pero como el suizo Zinsli se la había jugado y le había superado en tiempo (al final le llevó a la cuarta plaza), Tomba hizo un gesto elocuente con la mano cuando terminó, como diciendo qué la cosa iba a estar así, así. Aún faltaban los cinco rivales con mejores registros en la primera manga. Pero Von Gruenigen cometió un error en la parte de arriba del que se recupero milagrosarnente y bastante hizo con ganar la medalla de bronce. Kosir se fue al arriesgar, Amiez falló, en la parte final y Reiter, demasiado conservador, sólo llegó a la, plata. Únicamente quedaba Jagge, que ya le había quitado a Tomba el oro olímpico en Albertville 92. Pero esta vez el noruego no pudo con la presión. Su agarrotamiento, sin anticipar en las puertas, le llevó a salirse.
Tomba volvía a ser el más grande. Su explosión ya era de Megatomba. Tras recibir la medalla, y antes incluso de la protocolaria ceremonia de clausura, le esperaba un helicóptero para ir a Granada y allí un avión privado para estar por la noche en el más famoso programa de la televisión italiana. Había dejado su calidad en la pista y dejaba rienda suelta a su carisma y a los millones.
Clasificación
1º. Tomba (Italia), 1.42.26 (52,02 y 50.24). 2º. Reiter (Austria), 1.42.57 (51.35 y 51.22). 3º. Von Gruenigen (Suiza), 1.42.81 (51.83 y 50.98). 4º. Zinsli (Suiza), 1.43.48 (58.31 y 0.17).
22 años y 46 segundos
Veintidós años tampoco son nada. Son la nada con que terminó ayer la actuación española de los Mundiales de Sierra Nevada en comparación con 1974, cuando en la XVI edición de Saint Moritz (Suiza), Paco Fernández Ochoa ganaba la medalla de bronce. Ni él mismo tiene un buen recuerdo, porque fue tras la descalificación del austriaco Hans Hinterseer, pero sí demostró que el oro de dos años antes en Sapporo no había sido una casualidad.Pero un genio como Paco, que se le jugaba en cada carrera, podía caerse o salirse, y también subir al podio. Muchos deportistas tendrían que ver en su ejemplo cómo a igualdad de calidad la determinación y el coraje, hacen la diferencia. Y entonces él era su psicólogo y su sofrólogo, A su misma hermana Blanca, con mejor nivel, siempre le faltó ese toque de distinción que sólo tienen los elegidos.
Ovidio García, el último esquiador participante ayer, está muy lejos de todo ello. Por eso, sin arriesgar siquiera para. intentar clasificarse en la primera manga, en la que sólo cayeron nueve esquiadores de 32 antes que él, apenas duró 46 segundos en la pista. Eso sí, ganó por 30 a su compañero Cristóbal, que pasó visto y no visto por el gigante del viernes. Péro no tienen la culpa. Estuvieron ahí porque no había otros. Los responsables son los federativos que no han sabido en muchos años formar un nivel decente.
Menos mal que entre las chicas queda, al menos, un pequeño caldo de cultivo. Ana Galindo y María José Rienda pueden mejorar, pero la lástima, una vez más, es que la mejor, Ainhoa Ibarra, octava en el gigante tras un espléndido tercer puesto en la segunda manga, va ya camino de los 28 años. El esquí español es un plomo.
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