Kodro culmina la constancia
El delantero bosnio rompe el cerrojo del Betis a seis minutos del final
Por la mínima, de cabeza, a la salida de un córner y a falta de seis minutos para que sonara el despertador. Sueña aún el Barca con ganar la Liga con la suerte del juego que desprecia Cruyff. Nadie diría que ese es un equipo parido por el holandés. Siempre quiso vencer por goleada, con los pies o con el tacón a poder ser, sin que el adversario llegara a tocar el cuero y mucho menos a balón parado y con la frente. Hoy, sin embargo, el Barça camina plegado al dictado del campeonato de los 22.El colectivo va recuperando el rostro que se le adivinaba desde la arrancada, pese al empeño del técnico en regalar medio partido al rival. Cruyff dio ayer al Betis el mismo trato que al Madrid. Jugaron los mismos y, sin embargo, una vez puestos en el campo nadie lo hubiera dicho. Figo, un diestro, apáreció como extremo izquierdo; Roger, un zurdo, calzó como vonlante, derecho; Guardiola, un medio centro, quedó aparcado como acompañante; e Iván de la Peña, un volante de enganche, se perdió como falso ariete.
No sacó provecho el rival de la descolocación azulgrana. El Betis fue un equipo cobarde. Serra Ferrer puso mucho plomo en el campo, y el equipo sólo tuvo salida con la zurda de Jarni y la diestra de Cañas. No asomó nunca la cabeza de Alexis, ni Alfonso exhibió su talento, mientras que el físico de Pier quedó relegado al banquillo. El Barça, parado, lento y sin clarividencia para darle aire a la pelota, vivió de la carrera de Sergi. Desplazado lo Pelat de la zona de gestación del juego y sin noticias de la tarea de Roger, el lateral zurdo cerró como libre cuando convino y abrió como extremo izquierdo siempre que pudo.
El centro de Sergi conectó esta vez con la cabeza de Kodro. El bosnio remató ayer más que nunca. No encontró portería en el primer tiempo. No falló, sin embargo en el segundo. La entrada de Cuéllar auguró un final feliz para Kodro y para el grupo. El equipo parece a ojos del hincha tan quemado por el esfuerzo que cualquier novedad se agradece. Y Cuéllar representa una vuelta a los genes. El ex bético apareció en el campo con dos toques celestiales: un pase corrido que habilitó la rosca de Sergi y un control 'en- el área pequeña que no obtuvo la respuesta que merecía. Dos acciones que reanimaron al grupo local e intimidaron al forastero.
El Betis se fue metiendo debajo de la portería de Jaro hasta que quedó retratado debajo de la red. Guardiola cogió la batuta y se puso en el atrio y el grupo se estiró por el flanco izquierdo con soltura. El gol se mascaba: Popescu erró en un tiro de gracia y Kodro comenzó a rematar desde el segundo palo. Cruyff tiró más tarde de Nadal como ariete para reforzar el juego aéreo. El choque se convirtió en un monólogo: el Barça hablaba y el Betis se negaba al diálogo con faltas tácticas. Y el juego a balón parado redimió de nuevo al grupo de Cruyff como es costumbre en las últimas jornadas. La expulsión de Sánchez Jara aclaró al Barca la llegada a la puerta de Jaro y a la salida del córner número 12, Kodro cabeceó a las mallas. Fue el premio a la constancia azulgrana y el castigo a la especulación bética.
La solvencia defensiva del equipo azulgrana, muy expresiva en el último tramo del campeonato, puso el botín a salvo. Respiró el Barça después de tanto esfuerzo, de tanta agonía y de tanto sufrimiento para goce de una hinchada que asiste sorprendida al estadio por la casta de un equipo al que siempre se tuvo por muy delicado. Ni el equipo que ha perdido menos partidos en campo contrario (2) pudo con el que más puntos ha ganado en su estadio. El Camp Nou resiste a la Liga de 22.
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