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El próximo Papa ya sólo podrá ser elegido por escrutinio, y no por aclamación

Los cardenales, según las, nuevas normas, se alojarán en un edificio recién construido

Juan Pablo II hizo públicas las normas para el "arduo oficio" de la elección del nuevo pontífice, como dice el propio Papa. El documento tiene como principales novedades el cambio de alojamiento de los cardenales y, sobre todo, la reducción de las tres posibles formas de elección del Papa ya existentes a la única del sufragio con mayoría de dos tercios más uno. Se eliminan de inspiración del Espíritu Santo o aclamación - cuando todos proponían espontáneamente un único nombre - y la de compromiso o delegación de voto. No varía la creencia de los miembros del cónclave en que su trabajo está insuflado por la tercera persona de la Santísima Trinidad.

El documento, Universi Dominici gregis, con rango de ley constitucional de la Iglesia, fue presentado ayer en el Vaticano por el chileno Jorge María Mejía, secretario del colegio cardenalicio. En él, el Papa se dice consciente "de la diversa situación en la que está viviendo hoy la Iglesia" y de la necesidad de "tener presente la revisión general de la ley canónica". Para que nadie piense en premuras o circunstancias médicas, el cardenal Mejía puntualizó que el texto "no tiene ninguna relación con una especial situación del pontífice que lo promulga".La eliminación de dos de las tres formas de elección, contempladas por Pablo VI en 1975, cuando publicó la Romano Pontifici Eligendo, la explica así Juan Pablo II: la inspiración o aclamación es "inadecuada para interpretar el pensamiento de un colegio elector tan extendido y diversificado". En el caso del compromiso, (delegación de voto Ante la falta de acuerdo), el Papa lo encuentra "irresponsabilizante".

El techo numérico de electores permanece en 120. Siguen excluidos del derecho a voto los cardenales mayores de 80 años en el momento de la muerte del Papa -la, norma de Pablo VI alargaba este plazo hasta el inicio del cónclave. La elección será en la Capilla Sixtina y se insiste en la necesidad de secreto. Si ya en el último cónclave se hicieron controles electrónicos para detectar posibles microespías o aparatos emisores, el actual documento papal hace hincapié en el rigor del aislamiento.

La novedad más vistosa de las nuevas normas es de carácter logístico. Sus eminencias estrenarán en el próximo cónclave la Casa de Santa Marta. La residencia tiene 107 apartamentos de dos habitaciones más los respectivos servicios y una veintena de habitaciones individuales, que serán asignadas por sorteo. Este nuevo alojamiento sustituirá a las acampadas de cardenales en los alrededores de la Sixtina la tradición quería que permanecieran encerrados en el mismo palacio vaticano-, en salas cuya única separación era a veces, casi un biombo o pared prefabricada y que hacía compartir un servicio a cada ocho o diez, lo que llevó en 1978, último cónclave, al cardenal Suenens a encontrarse en albornoz a su colega Landazuri que le pedía permiso para utilizar su ducha porque en su celda no había.

Quizá todo esto influía en que los cónclaves fueran cada vez más cortos. A la muerte de Clemente IV, en 1268, los cardenales se tomaron 18 meses, Juan Pablo II, ya en el ambiente de seudotabiques y baños compartidos, fue elegido en 48 horas. El Espíritu Santo aceleró la inspiración.

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