Anguita endurece en Asturias su discurso sobre pactos poselectorales
Difícil plaza la de Gijón. Difícil plaza para torear con el mensaje de mano tendida al PSOE. Por eso, Julio Anguita hizo ayer una faena de aliño y al final, terminó endureciendo nuevamente su discurso de regeneración conjunta entre socialistas e Izquierda Unida. Hay mano tendida, pero es una mano llena de advertencias, de avisos y de alertas. Ya los posibles acuerdos poselectorales no son tan fáciles como lo eran el viernes. Sobre todo, aquí.
¿Qué escribir hoy? Porque si el viernes los acuerdos poselectorales parecían absolutamente prioritarios y deseados por IU, ayer en Gijón se hacía trizas cualquier coherencia en este discurso que va dando bandazos y llenándose de matizacionesAnguita no rechazó un acuerdo poselectoral. Pidió la fuerza para regenerar la izquierda. Pero él mismo advirtió que matizaría un mensaje que no ve recogido en los términos en los que él lo pronuncia. "Que no crea Felipe González o el que le sustituya que va a tener el apoyo sin más de IU", y a los que "se llaman socialistas, a los que se llaman hijos de Pablo Iglesias", les advirtió que se les necesitaba, pero -nueva matización- en la medida en que os mováis".
La mano, pues, dijo, está tendida, pero no "para que nos arrastréis con vosotros al pozo. Queremos regenerar la izquierda, no entregarnos" y lanzó una advertencia final, "Ya sabéis lo que ha pasado aquí, en Asturias".
Gaspar Llamazares, coordinador de IU en Asturias, ya había dedicado buena parte de su discurso a justificar la falta de entendimiento entre PSOE e IU que ha terminado por dar el Gobierno regional al PP. En Asturias, parece un sarcasmo el lema IU decide. Sobre todo, si se piensa en las consecuencias de sus decisiones.
Ante unos 5.000 asturianos, Llamazares aclaró que Asturias no es "moneda de cambio". Y repartió por igual sus iras entre el PSOE y el PP. Luego, Anguita insistiría en los mismos extremos. Y pondría, además, como ejemplo a Asturias de la férrea insobornabilidad de IU. Interrumpido continuamente por los aplausos, Anguita evitó la confrontación directa con el PSOE, pero no ahorró crítica alguna a sus actuaciones.
En un tono entre lírico y retórico, se dedicó a preguntar: ¿dónde vas España? Una pregunta que, según su discurso, se ha planteado a lo largo de la historia en varias ocasiones: en la España del 98, y en la voz de Pablo Iglesias; en la del 39, y la pregunta estaba en la boca de Manuel Azaña y en la España de la transición.
Hoy, otra vez, Anguita hace la misma pregunta: ¿dónde va España en esta situación de paro, temporalidad, incertidumbre ... ? Para salvarla pidió la fuerza de los votos y realizó un llamamiento expreso a las fuerzas sindicales.
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