¡A mí, al pie!
Disposición. El Valencia salió a jugar con alegría y ganas. Con velocidad, desmarque y una actitud general positiva. El Madrid, no. El Madrid salió acobardado, con mucha gente atrás, miedo a salir y ausencia de excitación. En el Valencia cada uno se ofrecía como salida al compañero; en el Madrid, todos la querían al pie y temían alejarse de su posición de salida.Hierro. Cuando arrancó del fondo, galopó el campo, cruzó algún pase y conectó con Raúl, el Madrid fue algo. Cuando no, cuando se mantuvo atrás, el Madrid estuvo a merced del Valencia.
Mijatovic. Era esperado en el Bernabéu con curiosidad y con un temor casi reverencial pero no fue su día. El Madrid esperaba muy atrás y eso anuló su primer arma, la velocidad. Además, fue objetivo prioritario de todos los defensas del Madrid, particularmente de Chendo.
Engonga. Los ojos se iban tras él. Lo suyo fue una tarea bien hecha. Es cierto que le llegó mucho balón residual, pero también acudió a cortes difíciles, mostró impecable colocación y trató bien la pelota.
La guerrilla. Raúl se está convirtiendo en una guerrilla solitaria. Con Milla y Redondo1entos en la salida, lo -que frena el despliegue de los laterales, Laudrup achicharrado por el marcaje de Mazinho y extremadamente fallón además, y Zamorano perdido tras las líneas enemigas, Raúl se quedó prendido en una guerrilla solitaria.
Mirando fútbol. Los dos linieres dieron una colosal sensación de despiste, de estar allí mirando el fútbol, sin estar a lo suyo y acordándose de cuando en cuando de levantar el banderín, casi siempre de manera inoportuna. Malos acompañantes para un árbitro que, sin embargo, dejó muy buena impresión.
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