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Elecciones 3 de marzo

Míster Marshall y el general Franco

La caravana se extravió. Hora y media perdida por caminos de tierra, acequias y huertas del Plan Badajoz. El autobús de prensa a punto de caer en algún canalillo, de quedar atascado en un sembrado, de quedarse para siempre en Guadajira, localidad que, como un imán, atraía irremediablemente al autobús. "Aquí ya hemos estado, ¿no?". "Tres veces".Noche de pegada de carteles en Pueblo Nuevo del Guadiana. El pueblo ardiendo en fiestas electorales y los periodistas perdidos. Llegaron de milagro para encontrarse a un Julio Anguita que soltaba una auténtica filípica a la gente que, soportando una helada impresionante, había acudido a oírle.

"Esto parece Bienvenido Mister Marshall", decía Anguita." "No hagáis esto nunca más. Esto no es digno. Guardad vuestra dignidad". Pero la gente lo que quería era ver a las chicas de las teles, ponerse al lado de Hulio -"díce que sí, Hulio "- para salir en la foto.

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Pero Julio estaba enfadado. Y no era para menos. Julio llegó precedido de un coche policial que le recibió a la entrada del pueblo y le acompañó haciendo sonar las sirenas. Los niños gritando, las guapas señoritas que recibían al líder. Y enfrente, en un balcón, una gran enseña del PCE y la foto de Pasionaria.

Era un revuelo. Se pegó el cartel en un panel inmaculado. Y la gente aplaudió como si hubiera contemplado al mismisimo Murillo pintando la Purísima. Y eso que en este pueblo están acostumbrados a todo. "Aquí han venido muchas personas importantes", dice el camarero de un bar "Hulio, Fraga y Franco, claro". Franco vino cuando la inauguración del pueblo. Y, según la documentación que se les entregó a los periodistas, "lo primero que hizo, fue salir disparado buscando un retrete".

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