Jennifer Capriati pide otra oportunidad
La estadounidense ha adelgazado y regresa tres años después para jugar el torneo de París
A los 19 años no es normal pedir una segunda oportunidad. En la mayoría de deportes a esa edad es cuando se pone final a la etapa júnior y se inicia la carrera profesional. Pero eso no ocurre en tenis, y menos en tenis femenino. Allí, tres de las 10 primeras de la clasificación mundial tienen menos de 20 años y una niña de 15, Martina Hingis, está a punto de entrar en este restringido grupo. Jennifer Capriati, la chica que ahora quiere volver, fue la más precoz. Entró en el circuito profesional cuando aún no había cumplido los 14 años. Y a esa edad ya había firmado dos contratos publicitarios que le reportaron unos 550 millones de pesetas. Sin embargo, tres años más tarde, en 1993, ya estaba harta de la presión, de los hoteles, de los viajes y de la explotación de que era objeto. Dijo adiós. Intentó volver en octubre de 1994 en el torneo de Filadelfia. Y fue su último intento. Hasta ahora. Esta semana jugará el Open de Gaz (París).Capriati no encontró su sitio en la sociedad cuando a los 17 años decidió colgar la raqueta. Tuvo problemas de adaptación, como suele ocurrirles a la mayoría de tenistas al término de sus carreras profesionales. Jennifer tenía pocos años pero había llevado una vida muy intensa. Y, por otra parte, tenía ya una cuenta corriente cargada de millones.
Deportivamente, su carrera apuntaba muy alto. No había ganado todavía ningún torneo del Grand Slam, pero se la consideraba la sucesora de la legendaria Chris Evert. Su estilo recuerda al de aquella gran tenista. Todo el mundo pudo comprobarlo cuando Jennifer ganó la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, el triunfo más importante de su vida.
Jennifer se convirtió en una máquina de hacer dinero. Pero, paralelamente, sus discrepancias con su padre y sus agentes eran cada vez, más importantes. Hasta que el asunto explotó y abandonó el tenis. Eso se produjo a finales de 1993. Intentó reintegrarse en la sociedad, pero aquello resultó todavía más traumático. No era una chica normal y sus nuevos amigos la utilizaron. Capriati se vio envuelta en el robo de un anillo de bisutería (su valor no alcanzaba las 3.000 pesetas) en unos almacenes de Tampa. Y posteriormente, en mayo de 1994, fue detenida en Coral Gables por posesión de marihuana junto a otros dos compañeros que tenían heroína y crack. La foto de su detención dio la vuelta al mundo: aparecía con muchos kilos de más, descuidada y con el pelo teñido. Tuvo que seguir una cura de desintoxicación. Y cuando la acabó se reintegró a los entrenamientos en Palm Springs, junto al español José Higueras.
Era un primer paso para su rehabilitación tenística. Pero le faltaba lo más importante: ganas de volver. Pareció recuperarlas en octubre de 1994 cuando solicitó una carta de libre entrada (wild card) en el torneo de Filadelfia. Perdió en la primera ronda ante la alemana Anke Huber, ahora quinta jugadora mundial, a los 21 años. Y ya no se supo nada más de ella hasta que la semana pasada su agente pidió una wild card a los organizadores del torneo de Gaz el mismo día en que Steffi Graf se daba de baja.
"Su padre nos explicó que ha perdido mucho peso y que ha mejorado su condición fisica", comentó Patrick Proisy, director del torneo. "Sin embargo, le asusta un poco la repercusión informativa que puede tener su regreso. Quería pasar desapercibida. Pero eso es imposible". Su propio padre confirmó el regreso, pero añadió que no es definitivo. "Si ella logra encontrar un buen equilibrio entre su cabeza y su vida la veremos en otros torneos. Ahora, es sólo una nueva prueba", conifesó
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