Cine en versión original
Verán, me gusta mucho el cine. Comprendo que esto es mucho menos loable que luchar por el 0,7%, cabrearse por las injusticias o enfurruñarse por el poco caso que nos hacen los políticos después de las elecciones, pero ¡qué voy a hacer! No obstante, en este pequeño mundo de locos, cursis y anormales como nos suelen llamar a los cinéfilos, pues también uno se lleva sus berrinches. Y eso que vivo en Madrid, paraíso y privilegio del cinéfilo español con 30 salas de versión original.Pero eso nunca puede ser bastante. Escucho continuamente a los productores pedir más subvenciones o ayudas, padezco a unos distribuidores que traducen los filmes con títulos disparatados y observo unos exhibidores que otorgan como limosna el día del espectador (que empezó siendo una reducción del 50% y ahora es menos de lo que cuesta un café). Todo para la industria, nada para el pagano.
Alguien debe cambiar hábitos de montones de años. Se dijo hace mucho que al cine extranjero se le había hecho el mejor regalo posible que es el idioma; acabemos con ello y exíjase la obligatoriedad de estrenar todas las películas, todas, con al menos una copia en versión original. Me fastidia no haber visto filmes como Cadena perpetua o más recientemente Babe o La isla de las cabezas cortadas por haberse estrenado sólo dobladas. Supongo que no es una medida traumática y sí bastante factible. España es en esto una isla en medio del mar y apenas existen países donde el cine se exhiba doblado. Y a distribuidores y salas: ¡por favor!, no nos congelen durante ¡dos años! un filme como Una historia del Bronx y no estrenen la Palma de Oro de Cannes a punto de celebrarse la siguiente edición y proyecten cine francés e italiano y portugués y latinoamericano y todo eso que existe y que emociona y que habla de seres humanos morales.-
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