_
_
_
_

Baigorri achaca su huida a al estrés

Jan Martínez Ahrens

Álvaro Baigorri Arina, el empresario de 60 años que durante 11 días mantuvo en jaque a la policía española con su falso secuestro, se confiesa perplejo ante su propia peripecia. "Cuando desperté y vi lo que había sucedido me dije: '¡Qué barbaridad!'. He hecho cosas que en la vida se me pasarían por la imaginación", explica este hombre, que culpa de su "chaladura" al estrés. Baigorri, propietario de un importante concesionario Audi-Volkswagen en Madrid, casado y con una hija, se marchó de su casa el lunes 15 de enero rumbo al aeropuerto de Barajas. Supuestamente iba a volar a Barcelona por cuestión de negocios. Nunca lo hizo. Pese a recoger la tarjeta de embarque, el empresario se subió, como luego se averiguó, a otro avión con destino a Santo Domingo. Al día siguiente de su desaparición, la familia presentó denuncia y el Ministerio del Interior, ante la posibilidad de un secuestro, ordenó una impresionante movilización policial."Agradezco la buena fe que pusieron en localizarme, de verdad, se lo agradezco a todos", comenta Baigorri, quien asegura no acordarse bien de lo que hizo en el Caribe. "He estado perdido", añade en conversación telefónica con este periódico. Su reaparición no fue menos estruendosa que su huida. El viernes 26 de enero llamó desde Quintanar de la Orden (Toledo) a su casa para comunicar que había sido liberado de un secuestro. Cuando llegó a su domicilio -repeinado, trajeado y con un inédito bigote-, contó a los agentes una historia inverosímil, que se iniciaba con un secuestro a plena luz del día en el aeropuerto -con narcótico incluido-, seguía con un cautiverio salpicado de buenos alimentos y acababa con una liberación en la que los secuestradores mostraron el suficiente tacto como para afeitarle con mimo -de ahí el bigote- y entregarle 200.000 pesetas para regresar a su domicilio.

Álvaro Baigorri: "A mí me dicen que eso le ha pasado a otro y no me lo creo"

"Fíjese, a mí me dicen que eso le ha pasado a otro y no me lo creo", comenta Baigorri sobre su secuestro. Y así fue. Su rocambolesca versión se derrumbó la misma noche de su reaparición, en un segundo interrogatorio ante los expertos en secuestros de la Brigada de Policía Judicial de Madrid.

Reconoció entonces su farsa -lo que le ha acarreado una acusación por simulación de delito- y confesó que al regresar el martes 23 de enero de Santo Domingo había leído en el avión un periódico en el que se hacía mención de su desaparición (aquel día El PAÍS publicó que la policía dudaba de su secuestro y que había abierto su caja fuerte en busca de pistas). La noticia le puso nervioso, así que nada más pisar tierra viajó en tren a Almería -allí permaneció hasta el día 25-. Luego se traslado hasta Alcázar de San Juan y de ahí en taxi a Quintanar, donde anunció su liberación.

"Mire, estaba tan mal, tan mal... Fue un transtorno muy grande. Tengo incluso lagunas de memoria; no sé ni lo que pasó durante algunos días. Se han dicho muchas cosas de las que no me he enterado ni yo", cuenta ahora Baigorri quien niega el supuesto móvil económico de su desaparición.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

¿Y por qué desapareció entonces? Baigorri contesta: "Durante 34 años he llevado una vida ordenada, en un mismo sitio y con toda normalidad. He entrado todos los días a las siete y media de la mañana a trabajar, he comido en el negocio, y he vuelto a casa a las nueve de la noche. Pero la dichosa vida... Llegan unas pequeñas amenazas, más los problemas, más mi propia introversión y ya ve, un buen día... me llega mi propia subnormalidad", comenta el empresario, quien se excusa por no poder facilitar más información sobre sus andanzas: "Estoy ahora mismo bajo tratamiento médico. Me han hecho resonancias y encefalogramas y no estoy del todo bien. Quisiera hablar de lo ocurrido, pero más adelante, cuando este más recuperado".

Familia unida

Pese a sus males, el dueño del concesionario de la calle de Víctor de la Serna (Chamartín) ha vuelto a su trabajo. Allí acude todas las tardes, por celo rofesional: "Tengo una marca [Audi-Volkswagen] y la obligación moral de darles satisfacciones".

Poco más cuenta Álvaro Baigorri Arina, un hombre que, pese al escándalo suscitado por sus vaivenes, se siente arropado por su familia. "Se han unido a mí, como un puño. Me han dado todo su apoyo", concluye el empresario.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_