Gil niega haber estafado 1.000 millones a un noble que sufre atrofia cerebral
El alcalde de Marbella y presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil, declaró ayer como imputado en la Audiencia de Madrid por una presunta estafa en la que se mezclan aristócratas, enfermedades cerebrales y hasta un Ferrari Testarossa. Según el fiscal, Gil y tres abogados, también imputados, se aprovecharon de la atrofia cerebral de Pedro de Alcázar, duque de Santobuono, para rebajar el precio de unas fincas, del aristócrata situadas en Toledo. Según Gil, que llegó al juzgado rodeado de guardaespaldas y repartiendo autógrafos, el único estafador es el duque, "que para coger el dinero estaba muy sano".
El relato del fiscal, que pide cuatro años de prisión para Gil, considera que en 1990 el presidente del Atlético de Madrid, su abogado José Luis Sierra Sánchez, y Fernando Torremocha, también abogado y amigo del duque, convencieron al aristócrata de que había problemas en la venta de las fincas y que lo mejor era acudir a un arbitraje. Siempre según el fiscal, se designó como árbitro a César Antón de la Fuente, empleado de Gil, "que no iba a ser imparcial".Tras el arbitraje, el precio de la venta de las fincas quedó sensiblemente rebajado a favor de Gil: de 1650 millones de pesetas a 1.075 millones. Según el fiscal, "el laudo de arbitraje fue firmado por Alcázar sin leerlo y por instrucción de Torremocha". Además, Gil ya había ocupado las fincas porque Alcázar, por consejo de Torremocha, no respondió a un requerimiento para que aceptase el pago.
Según el fiscal, Gil entregó a Alcázar una parte del precio de las fincas pero un buen pico fue a los bolsillos de Torremocha, Sierra y Antón por intervenir en el arbitraje. El resto, unos 725 millones, iba a ser abonado por Gil mediante letras de cambio que aún no ha pagado. El duque, según el fiscal, sólo ha visto 75 millones de los 1.075 pactados.
Ayer, Gil ofreció su versión, "que no tiene nada que ver con lo que se ha inventado" el fiscal. Según él ocupó las fincas tras descubrir que el duque, "que ha engañado a toda la provincia", le había ocultado que estaban hipotecadas. Gil exigió entonces al duque que le devolviera 100 millones, pero el aristócrata respondió que no podía porque había pagado deudas y le había comprado a su hijo un Ferrari Testarossa.
Fue entontes, prosiguió Gil, cuando se recurrió al arbitraje y se actualizó el precio de las fincas, así que sólo le quedan por pagar 600 millones que no ha satisfecho "porque estamos en pleito".
Además, Gil introdujo otro personaje en el embrollo: el hijo del duque. Según él, Juan Pedro de Alcázar fue a verle y le contó que tenía un pleito de 120 millones con su padre y carecía de medios para vivir. Gil le dio siete millones "sin pedirle nada a cambio".
La juez llamó la atención a Gil para que respondiera sólo a lo que se le preguntaba y moderase su verborrea. En un momento de la vista, Gil comentó a la magistrada: "A ver si terminamos pronto. Ostento cargos públicos y hoy tenía que estar en la UEFA".
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