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España resuelve un examen tedioso

La presión noruega aburrió a la selección en su primera prueba de cara a la Eurocopa

José Sámano

Con un fútbol imperativo y menos recio del habitual por el carácter amistoso de la pelea, España tejió en Las Palmas un duelo anodino, poco excitante. Todo de acuerdo con el guión previsto en este tipo de encuentros, ubicados en el corazón de la temporada, en la antesala de pleitos estridentes como el Barça-Madrid del próximo sábado. Por si fuera poco la cita se cobró tres lesionados en los primeros veinticinco minutos (Julen y dos noruegos) y el temor general se acentuó. Un momento de inspiración de Hierro y Kiko inclinó para España un partido que siempre estuvo enredado, sin pulso alguno. Más propicio para las especulaciones con el futuro de España en la Eurocopa que para destripar el encuentro en sí. El duelo ni siquiera se maquilló de laboratorio.Clemente había advertido en las horas previas al partido que de la convocatoria canaria saldrá el grueso del grupo que viaje a la Eurocopa. Y el envite con el tabernario equipo noruego -un conjunto rocoso de fútbol polvoriento y apolillado- dejó la impresión de que el seleccionador mantiene sus atributos más enraizados, pero ha reclutado un colectivo más imaginativo.

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El envoltorio es el mismo: acero en la zona media de la cancha con dos medios centros vigorosos -Hierro y Donato-, dobles parejas para el ataque y el repliegue en los laterales -Ferrer / Manjarín y Sergi / Luis Enrique- y un único poste en el área rival -Pizzi-. Pero con Kiko, Fran, Caminero y Julen en la lista el conjunto adquiere un aspecto más aseado en el manejo de la pelota. En la inventiva. Si Clemente es capaz de fermentar la aportación de este cuarteto, quizá España puede alimentar su sueño inglés.

Quizá la nueva dosis de talento pueda corregir el aroma que desprende la selección. Hasta ahora ha sido un equipo meritorio, difícil de ganar. Le queda una estación: convertirse en un grupo ganador. Travestir la historia del fútbol español.

Frente a Noruega, en un partido poco estructurado al que siempre le faltó una velocidad para solapar el tedio, España dejó algunas dudas inquietantes. Y dos nombres propios: Cañizares y Pizzi. El portero madridista copó los focos de la noche. Tras dos años de banquillo, tanto en su equipo como en la selección, dio muestras evidentes de su inactividad. Cada balón aéreo fue una tortura. El examen le superó. Es obvio que necesita partidos, pero no hay dónde dárselos. En su club está cerrado por Buyo y antes de Inglaterra a España sólo le resta por disputar un amistoso.

El caso de Pizzi es más complejo. Clemente le ha enquistado en la selección, pero el hispano-argentino no tiene duende. No aparece en el juego colectivo y tampoco en el remate. Ayer sólo disparó en una ocasión. Fue la más sencilla, tras un hermoso pase de Fran, y erró. Su único rastro fueron varias acciones embarulladas y acabó ausente. De su paso por Las Palmas sólo quedó la sombra de Raúl.

De la presencia de la selección en Las Palmas sólo queda el alboroto del público canario. Partido no hubo. Sólo polilla y fútbol casposo y gélido.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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