El fiscal mantiene su petición de 66 años de cárcel para el hombre acusado de matar a sus padres y a su abuelo
El fiscal mantuvo ayer su petición de 66 años de cárcel para Inocente Ruiz Cordero, un toxicómano de 35 años al que acusa de asesinar a cuchilladas a sus padres y a su abuelo materno el 19 de diciembre de 1994, en el domicilio que su familia posee en el distrito de Aravaca.Jesús Ruiz -de 85 años, padre del acusado- fue hallado por la Guardia Civil en el recibidor con la cabeza destrozada; Castora Cordero -la madre de 63- estaba en el dormitorio apuñalada, y el padre de ésta, Romualdo Cordero, de 90 años, yacía en el salón con seis puñaÍadas en la espalda.
Inocente Ruiz indicó ayer al tribunal de la Audiencia, al termino del juicio, que si le condenaba "condenará a un inocente". Aseguró que estaba en Madrid, pero no en casa de sus padres, en el momento en que se produjo el triple crimen. Su abogada pidió para él la "libre absolución con todos los pronunciamientos favorables". Alegó que no existe ninguna prueba sólida que acredite su participación en los hechos.
Inocente barajó como hipótesis la posibilidad de que el autor de los asesinatos fuese algún amigo suyo o varios, toxicómanos, que hubiesen ido aquel día a buscarle a casa de sus padres. El forense que intervino en el juicio, que quedó visto para sentencia, no descartó que hubiese participado más de una persona en el crimen, dadas las diferencias apreciadas en las heridas de las víctimas. El acusado admitió que no mantenía buenas relaciones con sus progenitores debido a su toxicomanía, extremo que corroboró uno de, sus hermanos, interrogado ayer como testigo.
El fiscal no dio crédito a las palabras de inocencia del acusado. Según el fiscal, Inocente, tras los crímenes, ha ofrecido testimonios siempre contradictorios y no creíbles. Agregó que hay testigos que aseguran haberle visto cerca del domicilio de sus padres poco después del triple crimen. Y además se basó en las manchas de sangre de sus familiares halladas en uno de sus calcetines y en el pantalón, para reforzar su convicción de que él les mató.
También aludió como prueba a las lesiones que presentaba en su, rostro el acusado, que atribuyó al forcejeo que, según el fiscal, mantuvo con sus padres durante la ejecución de los crímenes. Las heridas en las manos de los padres denotaban asimismo que intentaron defenderse.
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