Exposiciones
Desde hace mucho tiempo, las noticias sobre las bellas artes en España, por lo menos en cuanto llegan a los países de fuera, se convierten casi exclusivamente en rumores y escándalos. En su breve columna sobre Goya, expuesto (del 13 de enero de 1996), Francisco Calvo Serraller se preguntaba sobre la oportunidad de dar más ejemplos de lo que él llama, a propósito de la anunciada exposición del Museo del Prado, un imperdonable descrédito internacional. Hablaba del museo más importante de España, pero habría que tener en cuenta la totalidad de las manifestaciones proyectadas, en este año Goya, ya sea por los poderes culturales nacionales, ya sea por iniciativas regionales o hasta privadas.Estas últimas son a veces las más peligrosas, porque, valiéndose de exposiciones o de coloquios y congresos que se autocalifican de internacionales, se pueden apoyar ideas o dar el visto bueno a obras que dañan la imagen y nuestro conocimiento de un artista, siendo Goya el más amenazado en este sentido. Me parece inaceptable que, al colocarlas juntas, se utilice a las obras maestras de arte para apoyar a otras que no exhiben más que su supuesto valor comercial, dada su carencia de calidad estética. Y lo más lamentable es el hecho de que se elaboran teorías falsas para encajar a estas obras en la producción del artista y, por supuesto, aprovecharse de ellas. Sí, hay que limpiar la obra de Goya, entre otras, e intentar al mismo tiempo una catalogación buena y racional (tan curiosamente atrasada) de la de sus muchos y valiosos contemporáneos, así como la de sus seguidores o imitadores.
Me confieso muy escéptica en cuanto a comisiones, visto el fracaso de la comisión Rembrandt. Pero sí creo en una verdadera colaboración internacional como. la que ha dado sus frutos en las recientes investigaciones llevadas a cabo por el Metropolitan Museum de Nueva York, con ayuda de varios especialistas. Así, esta célebre institución ha demostrado definitivamente la errónea atribución de dos de sus cuadros más famosos, dejando por tanto más coherente el conjunto de la obra del genial pintor -y sin que se haya levantado el menor escándalo en la prensa norteamericana. Además, todos los especialistas e historiadores, así como el público aficionado -los. inteligentes, como se decía en la época de Goya- no esperan más que aplaudir buenas iniciativas como éstas, y disfrutar de exposiciones enfocadas en temas precisos y de excepcional interés.-
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